El siglo XV se caracteriza por la prosperidad en prácticamente todos los ámbitos, desde el económico hasta el literario, y supone la culminación del camino iniciado a finales del siglo XIII pero interrumpido por las puntuales calamidades de la segunda mitad del siglo XIV.
La población del reino de Valencia se mantuvo dentro de unos niveles más o menos estables durante toda la centuria (alrededor de los 250.000 habitantes) a pesar de la incidencia de factores negativos como los episodios de peste o las hambrunas. En parte es debido a que el territorio se vio favorecido por la guerra civil catalana que generó una emigración considerable hacia las ciudades del sur.
Este incremento poblacional se observó notablemente en los municipios de Alicante, Orihuela y, por supuesto, Jijona, principalmente por dos motivos: por un lado la estabilidad política, sin la presión castellana; por otro, la privilegiada posición con respecto a las rutas comerciales hacia Andalucía y el Atlántico.
En lo que respecta a Jijona, gracias a algunos de los censos realizados en torno al año 1472, podemos conocer un total de 32 oficios distintos que muestran a una villa dedicada a la agricultura y, seguramente, la elaboración del turrón por Navidad. Además, en ese mismo año se tiene constancia de la realización de obras en el castillo de la villa, y en las que participaron hasta un total de 145 personas con 29 oficios distintos, sin importar su condición social de lo que se deduce la importancia de ganar un jornal para la familia.
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