Cómo lugar de paso ya desde la edad antigua, Jijona está situada en el camino Real que conduce desde Alicante hasta Alcoy y de allí continúa hasta Valencia y Játiva.
Presenta una mezcla cultural muy determinada que desemboca en una riqueza beneficiosa para los jijonencos ya que en ellos se mezcla la influencia de lo oriental, proveniente de su pasado musulmán, y de lo occidental, debido a su vasallaje a los diferentes reinos cristianos peninsulares durante la edad media y la edad moderna.
Además, su condición de territorio fronterizo durante el fin de la edad Media y el comienzo de la Moderna, agudiza la mezcla cultural.
Se trata de una villa situada entre el mar y la montaña y ello ha determinado los diferentes rumbos que ha tomado su desarrollo económico a lo largo de la Historia.
Por un lado, la artesanía del turrón, que ha significado el modo de vida del grueso de población, ya desde el SXV. Hemos encontrado multitud de referencias que nos explican los secretos más sabrosos de este dulce navideño, de manera que dedicaremos una entrada específica donde tratar de explicar aspectos relacionados con manjar tradicional.
Por otro lado, se debe destacar la importancia del sector heladero que perdura hasta hoy en la dicha población. Gracias a la posibilidad de conservar la nieve recogida durante el invierno en los neveros, se pudo desarrollar la artesanía de la que, en la actualidad, podemos seguir disfrutando.
A la tradición de este refrescante producto dedicaremos otra de nuestras entradas.
Por lo que se refiere a la agricultura, se debe destacar la sequedad del terreno y la escasez de pluviosidad que se da en la zona jijonenca, de manera que la adaptación del hombre a esta climatología se hizo mediante la implantación del cultivo de secano, con especies como el almendro o la vid, esta última en menor medida.
En cuanto a los demás productos que articulaban la vida diaria se debe destacar la referencia a una incipiente demanda de abastecimiento de tabaco, o rapé, que marca la importancia y expansión de las costumbres ultramarinas, a partir del XVI, además de la interacción de la población jijonenca en el comercio regional, nacional e internacional.
Por otro lado, se debe destacar la existencia del comercio de esclavos y la participación de los jijonencos en este negocio. Se han encontrado menciones al respecto de este tema en pleitos que se llevaron a cabo durante el SXVI y XVII.
Con todo este entramado de actividades, la población articula sus fiestas y verbenas, desde finales del SXVIII, alrededor de la temporada productiva tanto del turrón como del helado, aunque de las fiestas de la localidad se hablará en otra entrada específica.
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