Un hombre para la eternidad: La película es sobria, pero lejos de ser una carencia lo considero una virtud, ya que muestra como ser puede ser un héroe sin pretenderlo, y de un modo natural, corriente.
El tema es super actual, la objeción de conciencia, la corrupción del poder autoritario que quiere convertirse en totalitario, invadir la esfera más íntima de la persona. La defensa de la verdad hasta las últimas consecuencias.
El guión es lo mejor de la película, especialmente fiel a la realidad histórica la representación del juicio, pues los diálogos son tomados de las actas que se conservan del mismo. Requiere ser vista varias veces para calar en los densos diálogos y en lo profundo del mensaje.
Lutero: Lutero tiene a su favor un interesante reparto internacional, entre los que están Peter Ustinov, Alfred Molina, Joseph Fiennes y Bruno Ganz (Hitler en “El hundimiento“). Además tiene, por supuesto, un tema interesante. Es algo desolador que pese a la grandeza de sus intérpretes y a la figura histórica en la que se basa esta biopic, Martin Lutero, la película de Martin Till no llegue a tener toda la fuerza que estas perspectivas hacen esperar. La dirección del alemán Till es soberbia en los aspectos técnicos, en los decorados y los vestuarios, pero todo esto sobrepasa lamentablemente las actuaciones y el planteamiento que hace de la historia. Martin Lutero, acosado por la iglesia de Roma por sus escritos, se encuentra entre la redención y la reforma total del cristianismo. Sabemos que optó por esta última opción, y esta película pretende arrojar luz sobre los procesos mentales, las dudas espirituales y el contexto de que vivió rodeado Lutero durante estos años de su vida. Sin embargo hay muchos elementos que chirrían. No basta para hacer un buen filme histórico ser fiel a los sucesos más importantes de una vida, aunque esto esté en “Lutero”. La confusión y la banalidad dirigen muchas veces la trama, dejando al espectador huérfano de hilo argumental. Todos los intérpretes han demostrado con anterioridad su buen saber hacer; a las órdenes de Till y con unos diálogos mal escritos, hasta Ustinov se muestra acartonado, cuando no son absolutamente incapaces de meterse en sus personajes. Fiennes (Shakespeare in love), que debería representar a un Lutero fuerte pero enfrentado a dudas naturales, aparece como un insoportable y petulante niño malcriado, neurótico aparentemente y casi con doble personalidad. Con todos estos elementos estropeados es difícil que la impresionante reconstrucción histórica de los espacios y los ropajes bastasen para dejar una sensación favorable después del visionado de Lutero. A pesar del fuerte ritmo que el director crea, es difícil meterse en una película con unos personajes y una historia tan poco definidas. El inevitable epílogo final, explicando la grandeza y el valor de Lutero, nos hacen preguntarnos por qué todo eso que nos cuentan en cinco líneas finales no se ha visto durante la película.