Las Causas 1

Rafael Valladares, Portugal y la Monarquía hispánica,1580-1668

La razón inmediata de la incorporación de Portugal a la Monarquía de Felipa II remite a causas dinásticas. En efecto:

los continuos matrimonios celebrados entre la Casa de Avís portuguesa y las de Trastámara y Austria españoles entre los siglos XV y XVI,llevaron en más una ocasión a rozar la unión peninsular. Cuando más cerca se estuvo de lograrlo fue en 1497. Del enlace entre el rey D. Manuel I de Portugal y la hija mayor de los Reyes Católicos, doña Isabel, nació el príncipe D. Miguel, cuya breve existencia – murió en 1500- le privó de convertirse en el primer monarca de una España reunificada. Pero los intentos siguieron. El emperador Carlos V casó con su primea Isabel de Portugal, al tiempo que la hermana del César, doña Catalina, se unió al rey D. Joáo III. La siguiente generación repitió fortuna: mientras Felipe II contrajo primeras nupcias con su pirma maría de Portugal, la infanta Juana , hermana del prudente, se convirtió, tras esposarse con el heredero de Portugal, en la madre del penúltimo rey Avís: D. Sebastián. Éste murió el 4 de agosto de 1578, con sólo veinticuatro años, en la batalla de Alcazar Quevir, frente a un ejército marroquí al que pensaba imponerse. El desastre de la empresa africana dejó el  trono luso en manos del cardenal D. Enrique, tío del fallecido. La ausencia de

herederos directos mostró a las claras que la extinción de la Casa de Avís-la que mayor gloria había dado a Portugal-iba a representar un problema pol´´itica de gran envergadura.

En principio, sin embargo, no tenía por qué haber sido así. De hecho, las reiteradas alianzas matrimoniales entre Catilla y portugal se habían priducido a causa de los numerosos intereses comunes que existían entre ambas coronas. La formación de una entidad política fuerte en la peninsula o la expansión ultramarina eran dos objetivos compartidos por las casas reinantes. Esto no evitó ni los

conflictos ni las tendiones que , regularmente, salpicaron las relaciones luso-castellanas. Pero precisamente por ello, el mantenimiento de cauces políticos que permitieran resolver o, cuando menos, contener los problemas dentro de las exigencias razonables de una y otra parte empujó a recomponer, una vez tras ptra, la alianza interdinástica. Naturalmente,tanto los Avís como los Austrias confiaban en que un día la correlación de fuerzas favorecerían sólo a uno de ellos. En tanto, si llegaba a producirse la unión,ya desde los tiempos del malogrado príncipe D.Miguel había quedado claro cuál sería el modelo a seguir: el monarca que reinase sobre España no podría recurrir a la fusión de coronas, sino que debería respetar la individualidad jurídica de cada una de ellas. Este principio, de tradición madieval y pendaso para evitar conplictos,chocaba con el signo de la Edad Moderno, caracterizada por la progresiva uniformidad de los territorios sometidos a un mismo rey.

 


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