Rafael Valladares, Portugal y la Monarquía hispánica,1580-1668
Para que Felipe de Austria se convirtiera, de hecho u de derecho, en Felipe I de Portugal, faltaba cumpile un requisito de wxtraordinaria importancia: su reconocimiento por las cortes. Como expresión de todos los estamentos del reino (clero,nobleza y povo,esto es ,las ciudades), la aclamación del monarca en la asamblea -los reyes de Portugal no se coronaban- implicaba la aceptación de la legitimidad de la Casa de Austria entre los portugueses. A causa de haber peste en Lisboa, las cortes se juntaron en Tomar, donde el 19 de abril de 1581 el Rey Católica fue establecer las condiciones en que la corona de Portugal permanecería agregada al imperio enpañol. El punto de partida consisitó en respetar lo pactado en 1499, cuando el príncipe D. Miquel paracía llamado a reinar sobre Portugal, Castilla y Aragón.
Los acuerdos alcanzados en las cortes de Tomar pueden dividirse en unos de tipos general, aplicables a la gobernación del reino, y otros de carácter particular, destinados a regular la relación entre la corona y los fiderentes estamentos sociales. Pero la alianza sellada entre la nueca dinastía y los vasallos lusos debe entenderse como un todo. Entre los acuerdos del primer grupo figuraron el pleno reconocimiento al particularismo regnícola de Portugal en el seno de la Monarquía; es decir, Portugal se regiría por sus propias leyes , tradiciones e instituciones , sin que ninguna de ellas pudiera modificarse a menos que mediara el consentimiento del reino. No habría , pues, absorción o dominio de Castilla sobre Portugal, sino autonomía plena de éste respecto de aquélla. Como confirmación de este orden, el gobierno del reino lo ejercería directamente el rey desde Lisboa o , en su obligada ausencia, un virrey de sangre real, un luso,o una junta de gobernadores portugueses. Pese a esta separación formal entre las coronas portuquesa y castellana, el rey dejó abierta la posibilidad de que los recursos de esra última sirvieran para la defensa de la primera. La riqueza americana de Castilla constituía un imán que no cabía ignorar a la hora de seducir la voluntad de los lusos. Los otros acuerdos, algunos más bien vagos,miraban a confirmar los privilegios de la nobleza y de la iglesia, así como a crear entre los mercaderes la expectativa de que las Indias castellanas brindarían, direta o indirectamente, su comercio al tráfico portuqués.
Felipe I a camino de Tomar
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