Rafael Valladares, Portugal y la Monarquía hispánica,1580-1668
Si Portugal se incorporó de este modo a la Monarquía, dejando la autoridad regia dentro de los límites habituales o incluso en puntos como la financiación de la defensa o el comercio colonial, arrancando intenciones de asistencia y mejora, no extraña que un historiador luso del siglo XVII, Manuel de Faría e Sousa, de preguntara quién se había agregado a quién,si los Austrias a Portugal o Portugal a los Austrias.Naturalmente,se trató de un pacto de conveniencia donde ninguna de las dos partes habría logrado imponer su voluntad sin medir una negociación como la que alumbró el Portugal de los Felipes. Este hecho revelaba la debilidad de los protagonistas antes que su fuerza: de ahí el interés de todos por ocultar la primera y aparentar algo de la segunda. La célebre frase que la leyanda puso en boca de un Felipe II, orgulloso por su triunfo en Portugal-lo heredé, lo compré, lo conquisté-, delataba exactamente lo contrario de lo que pretendía decir: que , pese a la herencia recibida, el dinero gastado y las tropas enviadas, nada de esto habría servido para entronizarlo en Lisboa si previamente no hubiera contado con el beneplático de , al menos,una parte de lo má selecto de la dividida sociedad portuguesa. Este tenso quilibrio, impuesto por las circunstancias, inauguró el pulso entre los portugueses y la nueva dinastía, cinsisitente en reinterpretar el pacto de 1581, en cada coyuntura, a tenor de los intereses de quienes lo habían suscrito.
LA EVOLUCIÓN DEL PACTO
sociedad y economía
mentalidad y cultura
coyunturas políticas