Rafael Valladares, Portugal y la Monarquía hispánica,1580-1668
En la mañana del 1 de diciembre de 1640 , un reducido grupo de nobles asaltó por sorpresa el palacio de la virreina en Lisboa. Actuaban en nombre del dunque de Braganca, a quien aclamaron como D.Joao IV de Portugal. Éste aguardaba en su residencia de Villaviciosa, cercana a Évora, y sólo llegó a Lisboa cuando tuvo constanciade su aceptación en el reino. Dada la escasa resistencia, apenas corrió sangre, salvo la del secretario Miguel de Vasconcelos, acuchillada y arrojado por la ventana del palacio para que el pueple se ensañara con su cuerpo. Se trató de un asesinato ritual, pensando para concitar adhesiones contra un régimen cuya supuesta tiranía e ilegitimidad venían sinbolizadas poe esta mano derecha de Olicares en Lisboa. Presionada, la virreina Margarita ordenó a las tropas reales de la ciudad que entregaran las fortalezas a los rebeldes. El arzobispo de Lisboa,, uno de los conspiradores, salió en procesión desde la catedral para neutralizar los excesos de violencia y bendecir la deposición de Felipe de Austria.
La conjura para acabar con los Habsburgo en Portugal había nacido al menos sos años antes. En 1637 quedó en evidencia la dificultad de la corona para reprimir los disturbios del Alentejo, así como la distancia que separaba a la Iglesia y a un sector de la nobleza del reformismo del Conde Duque. El pueblo, harto de impuestos, había dado sobradas muestras de malestar y de prestarse a la manipulación. Lo sifícil, por tanto, no er sublevarse, sino asegurarse de que las condiciones garantizarían el éxito de la escisión. Este panorama se creó entre octubre de 1639 (derrota naval española ante las Provincias Unidas) y junto de 1640 (rebelión de Cataluña) . Felipe IV apenas disponía de armada para bloquear Portugal mientras el grueso de su ejército se concentraba en el Principado. La conjura tenía el camino libre.