Rafael Valladares,< Portugal y la Monarquía hispánica,1580-1668>
Pero este aspecto del 1640 portugués, con ser importante , se reduce a un capítulo biográfico de proyección formal. Lo esencial de aquellos hechos condidte en desentrañar su verdadera naturaleza política. La propaganda de los bragancistas bautizó lo sucedido con el nombre de Restauración, pues se pretendía que bajo la realeza de D.Joao IV Portugal había recuperado su legítima continuidad dinástica y , con ella, su ordenamiento político tradicional-esto es , el modo de gobierno y los privilegios que los Austrias habían violado. En esta interpretación, el protagonismo se reservó a la nobleza. La historiografpia nacionalista de los siglos XIX y XX insistió en esta línea, pero ampiló la base sicial de la Feliz Aclamación de 1640 al presentarla como un movimiento de toda la nación, homogéneo y libertador frente a la opresión extranjera de los españoles. Desde hace unos años,sin embargo, la exégesis que ha ganado terreno es la del golpe de estado de una minoría privilegiada temerosa de retroceder en el disfrute de sus prebendas frente al autoritarismo real. En este enfoque, el peso del ideal nacionalista pasaría a un segundo plano ya que este factor habría actuado como una coartada entre los sublecados má que como un motivo de la recuelta.
Un análisis meditado sobre la evolución del Portugal filipino otorga la razón a esta última corriente. Desde luego, la acusación de extranjeros dirigida contra los Habsburgo carecía de todo fundamento, pues en las monarquías del Antiquo Régimen el origen de los reyes estaba supeditado al principio de la legitimidad dinástica. Esto no significa que un rey no natural (esto es, nacido fuer del reino y ajeno a sus tradiciones) fuera preferido a uno natural, pero esta contingencia no resultaba determinante para reinar. De hecho,en la Monarquía Hispánica habría sido imposible cumplir con este requisito, dada la diversidad de pueblos que la componían.