Moctezuma se podía casar con una sola mujer y mantener tantas concubinas como quisiera. En esto no se diferenciaba en nada de cualquier otro azteca, a excepción de que al ser más poderoso el número de sus mujeres resultaba muy numeroso. Ya hemos escrito que la esposa principal era la única que tenía derechos, actuaba como el <<ama>>, mientras que las concubinas se encontraban por debajo de ella, a pesar de que algunas compartiesen más tiempo el lecho de Moctezuma.
Se cree que éste había tenido más de ciento cincuenta hijos, lo que resultaba ridículo si lo comparamos con el número de mil quinientos que se le atribuían a Netzahualpilli, el monarca de Texcoco, que era aliado de México-Tenochtitlán. Esto lo explica von Hagen con el siguiente razonamiento: En una sociedad donde la guerra tomaba las vidas de los hombres con mayor rapidez de lo que podían ser creadas por simple nacimiento monógamo, la poligamia parecía más funcional. Además, nada favorece tanto un matrimonio y, consecuentemente, la estabilidad social, como la indulgencia en la poligamia temporal.
En el terreno político, Moctezuma gobernó perfectamente. Nadie duda que fortaleció su imperio con mayor eficacia que ningún otro, ya que se cobraba tributo a más de trescientas setenta y una ciudades. La justicia se hallaba correctamente estructurada. Si se producía alguna deficiencia, él mismo Moctezuma se disfrazaba de súbdito para comprobarlo personalmente. Si descubría que era auténtica la acusación, daba orden de que se destituyera al <<indigno de su confianza>> y que, luego, se le arrebataran todas las propiedades, pero haciéndolo de tal manera que no se perjudicara a los familiares inocentes. Tenía motivos para ser muy feliz; y soñaba con que ningún tipo de sombras enturbiase el horizonte de su grandeza. Sin embargo…