Los aztecas no conocían la moneda, a pesar de lo cual emplearon como un medio similar el grano del cacao, cañones de pluma de ave llenos de oro o navajas en forma de media luna que se labraban con finas hojas de cobre martilleado. Como lo hicieron de una forma sistemática, esto nos lleva a considerar que utilizaban esos productos para el trueque en el mercado. Los <<jueces>> que ocupaban el edificio principal eran los encargados de establecer una especie de valoración de estos productos, con el fin de que el intercambio resultara de lo más equitativo.
Como los aztecas consideraban que el jade, lo mismo que las piedras que se le parecían, tenían mucho valor, también las utilizaban como <<monedas de cambio>>. Sin embargo, nunca vieron el oro como algo valioso, a pesar de que lo emplearon para sus adornos al gustarles su brillo. Lo mismo podríamos decir de la plata. Esto sorprendió a los españoles que, como sabemos, estaban en América para conseguirlo a toda costa.