Poco a poco los españoles fueron ganando zonas de la ciudad, sin que ningún de momento dejaran de enfrentarse a unos enemigos que luchaban con la desesperación de unas leonas defendiendo sus camadas. No disponían de armas tan poderosas como las de sus enemigos, pero las rocas de sus parapetos necesitaban muchos disparos de cañón para ser abatidas. Cuando esto sucedía, ya habían reforzado las otras. Además, se estaba librando la guerra por las calles, donde contaban con una cierta ventaja al controlar las zonas altas.
El avance de los españoles era muy lento, lo que estaba suponiendo que los aztecas mantuviesen la esperanza de que sus dioses podían cambiar el desarrollo de la guerra. Y creyeron que acababa de suceder en el momento que recibieron el apoyo de los xochimilcas.
Éstos se habían mantenido neutrales; sin embargo, una noche consiguieron infiltrarse con sus silenciosas embarcaciones entre las galeras españolas. Sumaban varios centenares. Cuando se pusieron al servicio de Cuauhtémoc, éste se mostró tan entusiasmado que los regaló montañas de telas finas, mantas y varios sacos de cacao, lo que se consideraba un verdadero tesoro.
Al día siguiente los españoles fueron obligados a retroceder. En medio de la euforia que los dominaba, al llegar la noche los aztecas descubrieron que sus nuevos aliados pretendían que se les concediera como esclavos a las mujeres y a los niños. Algo tan indigno que no se aceptó, lo que desencadenó una pelea entre los dos bandos. Todos los xochimilcas fueron exterminados.
¡Los dioses no eran sus aliados! Esta idea condujo a que Cuauhtémoc rindiese la ciudad. A pesar de lo cual intentó escapar, en compañía de su familia; pero la canoa en la que iban fue interceptada por una galera española. Al ser llevado el jefe azteca ante Cortés, la dignidad de su figura impresionó a todos. Sin que supusiera un alivio para el destino que le esperaba.
Como no pudo entregar ningún tesoro, por mucho que le fue reclamado, debido a que parte del mismo se encontraba hundido en los canales, al haberlo perdido los codiciosos extranjeros que lo acababan de robar, se le hizo prisionero. Se sabe que se le sometió a tortura, hasta que murió ahorcado pocos años más tarde, al parecer por órdenes de Cortés. En la actualiad, México le considera uno de sus héroes nacionales.