El comercio fue indispensable para la economía, ya que en el área geográfica maya proveía grandes productos, pero los limitaba de otros. Durante el clásico se desarrollaron grandes mercados en las urbes que se llamaban p’polom. Tras la reorganización social de finales del postclásico no se desarrollaron los tianguis. Entre los mayas, los comerciantes hacían largos y exhaustivos recorridos para poder abastecer a pequeños comerciantes quienes distribuían de casa en casa los artículos exclusivos de ciertas zonas como el Jade, del Valle del Motagua en Guatemala, la indipensable Obsidiana de las fuentes del altiplano de Guatemala como El Chayal e Ixtepeque, las prestigiosas plumas del Quetzal, de los bosques nubosos de Guatemala, algodón del noreste, las conchas y el pescado de las costas. También la sal del norte, y de fuentes del río Chixoy en Alta Verapaz, el cacao de Tabasco, Guatemala y Honduras y el pedernal de la zona Puuc. El Arte también se convirtió en un objeto apreciado entre los nobles, y las Cerámicas Policromas de lugares como Chamá y Nebaj en el altiplano de Guatemala se distinguieron por sus finas obras que se han enconrado en muchos sitios distantes. Los grandes comerciantes adquirían gran prestigio y fama entre la nobleza maya y en algunas ocasiones eran reclutados como espías del rey.