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La moneda

No existían monedas para el comercio, solamente el trueque y en ocasiones se utilizó el cacao como tal. Aunque no había un valor exacto, un conejo valía 10 semillas. El cacao conservó sus usos económicos durante un breve periodo del dominio español: El 17 de junio de 1555, por orden del Virreinato de la Nueva España, el cacao pudo ser intercambiado con monedas europeas al equivaler un Real español a 140 semillas de cacao, en 1575 bastaban 100 semillas de cacao para un real y al final de ese siglo eran 80 por un real.

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El comercio en aquel tiempo

El comercio fue indispensable para la economía, ya que en el área geográfica maya proveía grandes productos, pero los limitaba de otros. Durante el clásico se desarrollaron grandes mercados en las urbes que se llamaban p’polom. Tras la reorganización social de finales del postclásico no se desarrollaron los tianguis. Entre los mayas, los comerciantes hacían largos y exhaustivos recorridos para poder abastecer a pequeños comerciantes quienes distribuían de casa en casa los artículos exclusivos de ciertas zonas como el Jade, del Valle del Motagua en Guatemala, la indipensable Obsidiana de las fuentes del altiplano de Guatemala como El Chayal e Ixtepeque, las prestigiosas plumas del Quetzal, de los bosques nubosos de Guatemala, algodón del noreste, las conchas y el pescado de las costas. También la sal del norte, y de fuentes del río Chixoy en Alta Verapaz, el cacao de Tabasco, Guatemala y Honduras y el pedernal de la zona Puuc. El Arte también se convirtió en un objeto apreciado entre los nobles, y las Cerámicas Policromas de lugares como Chamá y Nebaj en el altiplano de Guatemala se distinguieron por sus finas obras que se han enconrado en muchos sitios distantes. Los grandes comerciantes adquirían gran prestigio y fama entre la nobleza maya y en algunas ocasiones eran reclutados como espías del rey.

 

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La organización económica de los mayas

Siendo la agricultura una actividad central en la vida de los mayas, se ha especulado mucho sobre las técnicas agrícolas que utilizaban con más frecuencia en la época prehispánica; si las de tipo extensivo, como el sistema de roza-tumba-quema, o las de tipo intensivo, como el riego y las terrazas. Hay evidencias de que combinaban ambas técnicas con otras alternativas, como la recolección, las huertas domésticas, los camellones o campos levantados, la arboricultura, la caza y la pesca. Es importante recordar que fue principalmente la selva tropical el tipo de ecosistema en el que los mayas vivieron y del cual obtuvieron su alimento. Sin embargo, las características del trópico varían mucho y es posible que las diferencias en clima, suelo y vegetación determinaran la explotación de los recursos naturales y el tipo de sistema agrícola utilizado. Las técnicas debieron, pues, adaptarse a la cantidad y calidad de la tierra disponible, al tipo de cultivos y a diversos factores socioeconómicos.

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El período Posclásico temprano (900/1000-1200d.C)

Caracteriza a este período la declinación y a veces abandono de los grandes centros ceremoniales de las tierras bajas del Petén y sus alrededores, prolongándose la vida cultural de las ciudades de norte del área Puuc al Oeste, en Cobá en el centro y en Chichén Itzá al Noreste, así como en los puertos de Champotón en Campeche, Isla Cerritos el Meco en la costa norte, Tulum, Cozumel, Xelhá, Tancah, Bakjalal y Chetumal en Quintana Roo y Nito en Guatemala.

Los mayas chontales, a los que ya se hizo referencia como activos comerciantes desde el período anterior, se vuelven militarmente hegemónicos, controlando las rutas de navegación costera y estableciendo los puertos de intercambio. También incursionan por el Usumacinta y el Pasión, estableciéndose en Seibal, desde donde controlan el comercio de esa gran cuenca y de los altos de Guatemala.

En el norte, un grupo de ellos, los llamados itazaes, ocupan chichén Itzá. Desde ahí establecen relaciones con su lugar de origen en Laguna de Términos, así como gente proveniente de Tula, y someten a casi toda la populación de la península, excepto la esfera dominada por Cobá.

Llevan consigo un nuevo culto, el de Kukulkán o pájaro-serpiente; inteoducen el sacrificio humano como práctica ritual, se viste a la manera tolteca, usan nariguera de barra. Son guerreros por excelencia y sus construcciones tienen techo plano.

La pintura en este período tienen tres fases. La más temprana representada en la fechada oriente del santuario interior de la llamada Casa de Jaguar, capa 1, en Xelhá (Miller, 1982, Fettweis, 1981) y en el Templode Chac Mool o subestructura del Templo de los Guerras (Morris et al, 1931).

Esta última pintura se encontró en el interior del templo, en una banqueta típicamente tolteca. Al igual que en Tula, representa guerreros, sacerdotes y representantes de los dioses, sin embargo, difiere de las de aquel sitio en las dimensiones de las figuras, pues en éstas los personajes sentados miden 0,74 m, es decir, que son figuras que de pie medirían alrededor de 0,90m sin tocado, como en Bonampak y Mulestán vestidos a la manera tolteca, algunos de ellos representan de dioses mayas, tales como Chac, el narigudo dios de la lluvia. Es así que la supervivencia de elementos mayas, tanto iconográficos como ideológicos, hace de estas pinturas el primer estilo sincrético maya-tolteca.

Este período se caracteriza, en la mayor superficie de la península, por la hegemonía de Mayapán, en la que familias reinantes se apoyan en grupos mexicanos para someter a la población maya. Sin embargo, en lo que a pintura mural se refiere, los ejemplos que se conservan son prácticamente de la costa de Caribe y revelan la vida de grupos comerciantes de la ruta de la costa en los sitios de Cobá, Xelhá, Tulum y santa Rita Corozal (lothrop, 1903).

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Dzulá y Chaxmultún

Al final del Preclásico Tardío, en la costa de golfo de México, en la desembocadura de los ríos Grijalva y Usumancinta, grupos mayas chontales, que había permanecido marginales a la cultura maya clásico de Petén y con fuertes contactos con los pueblos de la esfera del altiplano de  México, comienzan a desplazarse por amplias regiones. Son los grupos que Eric Thompson(1975) identificó como putunes y que encontró dominando prácticamente las principales rutas de comercio de área maya.

En la pintura mural, la de los sitios de Dzulá y Chacmultún hacia 850 d.C. ,(Edward Thomson,1940),es decir, contemporáneamente a las del estilo Petén-Usumacinta, presentan algunos rasgos diferentes que parecen vincularse más bien a la pintura de las Higueras, en Veracruz.

Los temas iconográfico de Chacmultún y de Dzulá son históricos y registran aparentemente, en el primer sitio, la conducción de prisioneros ante un grupo que los recibe frente a un templo, y en el segundo, la supervisión o cuantificación de productos por una especie de capataz. Este último tema es totalmente ajeno a  la iconográfico del Clásico, que se mantenía siempre dentro de un contexto religioso y, en cambio, es afín a las funciones de pueblos que practicaban el comercio.

En estas pinturas las figuras se distribuyen en registros horizontales formando agrupamientos igual que en el estilo del Petén-Usumacinta. También están construidas a base de colores palnos con líneas contorno suavemente redondeadas. Los cambios que hacen la diferencia son las dimensiones- ya que son mucho más reducidas y los cuerpos son más alargados-, el que no siguen los cánones en la representación de las figuras y que los tipos físicos y las indumentarias son totalmente distintos. Uno de los dignatarios en Dzulá está sentado en un taburete parecido a los equipales del centro de México, y lleva un tocado de plumas cortas hacia arriba que recuerda el de los guerreros toltecas.

Por todo lo anterior, el estilo de las pinturas de Dzulá y Chacumltún presenta una mezcla de rasgos mayas y de la costa de Veracruz, con presencia de elementos del altiplano de México, que bien cabría afiliarlos a los grupos putunes.

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El período clásico tardío( 600-900/1000 d.C.)

Caracteriza de este período el crecimiento máximo de los centros ceremoniales, así como su proliferación en todo el territorio maya. El aumento demográfico es evidente y el incremento de la producción agrícola a través de la agricultura intensiva y con el sistema de chinampas en las tierras bajas permite la construcción de obras públicas monumentales, grandes complejos arquitectónicos como templos, palacios, tumbas, caminos. Estos últimos intensifican el intercambio comercial, tanto de materias primas como de productos artesanales, lo que en conjunto produce el auge global de la economía.

La cerámica decorada denominada Tepeu es la más importante en las tierras bajas, pero a la vez destaca otro foco de producción de cerámica de pastas finas que se desarrolla independientemente en el área de Laguna de Términos, entre otros tipos de menor rango en el norte y  este de la península.

En la pintura mural se genera un estilo que parece originarse en las tierras bajas, pues el ejemplo más temprano proviene del edificio B XIII de Uaxactún, lugar muy cercano de Takal,

en donde ya se ha señalado que existió una tradición desde el Prococlásico. La culminación de este estilo se da en las pinturas de Bonampak, en la cuenca del Usumacinta, pero también se encuentra ampliamente representado en la región Puuc en Mulchic, Kiuic, Xkichmook, Santa Rosa Xlapak, Dzibilnocac, Sacnicté, Xnucbec y Uxmal. En la zona nororiental de la península también hay ejemplos en el Templo de la Lechuza, en Chichén Itzá, y en la estructura denominada El Cuartel, en Cobá.

Igual que en las pinturas de los períodos anteriores, la figura humana constituye el motivo principal de este estilo de Clásico Tardío, misma que reproduce el tipo físico maya clásico, con nariz aguileña, deformación craneana y ojos estrábicos. También mantiene la tendencia al naturalismo a través de las proporciones, las líneas suaves de contorno y los colores, que de apegan a los que en la realidad tienen los objetos representados, con una riquísima paleta en la que sólo están ausentes las combinaciones de rojo y azul, tales como el malva, el solferino o el morado.

Rodeadas generalmente por un marco de jeroglíficos, tienen escenas casi siempre rituales, pues lo más común son las escenas de danza (Kiuic y Uxmal) efectuadas por sacerdotes ricamente ataviados, o presentando ofrenda (Templo de la Lechuza en Chichén Itzá). Es excepcional la de Sacnicté (Thompson, 1940), en la que hay un enano en actitud amenazante frente a unos bultos y a un sacerdote. La finura de la línea y la soltura de trazo hacen de estas piezas verdaderas obras de arte.

En conclusión, las pinturas del Clásico Tardío del estilo Petén-Usumacinta son la culminación de una tradición de tendencia naturalista iniciada en el Protoclásico, que tiene una amplia distribución en la península de Yucatán. En ellas se hace evidente la consolidación del poder de grandes señoríos, que someten por la vía de la guerra a la población campesina, aunque la actividad militar se representa todavía en el ámbito de un pensamiento religi.

y más tarde los mayas empezaron a construir un imperio, más o menos en  el año 869, vamos a ver un video de explicar la construcción de un imperio–Los mayas.

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El período clásico temprano (250-600d.C)

Aunque los rasgos de este período se iniciaron en el precedente, sus indicadores diagnósticos son la aparición de estelas a manera de monumentos conmemorativos fechados con el sistema de cómputo calendárico de la Serie Inicial. La zona nuclear en esta época la constituyen las tierras bajas del Petén y de la cuenca del río Pasión, con Tikal, Uaxactún y Altar de Sacrificios como sitios principales. La cerámica Tzakol, característica de esta área, presente una abigarrada decoración policroma con barrocos motivos de volutas entrelazadas, y también están presentes los tipos cerámicos decorados del area de Belice, así como formas trípodes relacionadas con el sitio de Teotihuacán en el altiplano central.

En cuento a la pintura, se conserva en este período, una tumba cerca de Río Azul, en Guatemala, con casi todos los muros pintados con símbolos muy semejantes al estilo de la cerámica Tzakol. Entre ellos se encuentran formas serpentinas y dioses, así como una inscripción que registra la fecha 417d.C.

Unas pinturas más son las de la estructura 86 o Casa de los Pájaros, en Xelhá. Quintana Roo, fechada entre 500 y 600d.C. (Lombardo, en Lombardo et. al.,1987). Se trata de los dos lados del muro central de un edificio de dos crujías, en los que las pinturas abarcan todo el espacio desde el piso hasta el arranque de la bóveda. Una de ellas representa una parvada de loros y la otra tiene al centro el torso de un personaje con un gran tocado a manera de mascarón teotihuacano.

Esta última está construida a base de colores planos delimitados con líneas oscuras. Los colores que dominan son el blanco del fondo y en la figura el rojo siena tostado, con algunos detalles policromos, los que recuerdan la pintura teotihuacana de Atetelco (Miller, 1973) y la Tumba 105 de Monte Albán (Serrano ,1983), que son del mismo período. El rostro pintado en amarillo parece ser simbólico, asociado a las deidades del maíz en la tradición de Teotihuacán. Asimismo, la postura de personaje  mostrando únicamente el torso y colocado frontalmente en el eje del espacio pictórico es característica de las deidades teotihuacanas o de sus representantes (Kubler, 1967).

Sin embargo, dentro de esta predominancia teotihuacana, hay algunos rasgos diferentes como son las dimensiones y la escala. El hecho de que el personaje ocupe el espacio pictórico del muro en toda su altura parece más bien ser una tendencia en la pintura maya del Período Clásico Tardío, según se observa, por ejemplo, el Muchic. Pero además, midiendo el solo torso del personaje, 1.80 m adquiere una escala monumental, no común a ninguna de las pinturas mesoamericanas conocidas.

El culto que en torno suyo desarrollaron queda patente en la tumba de Agua Azul, con la riquísima ofrenda mortuoria que acompaña al personaje que fue en ella enterrado.

El período clásico de los mayas es un período complicado, vamos a ver un video para conocerlo de cerca.

 

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El período protoclásico (50a.C.-250d.C.)

Las primeras sociedades sedentarias evolucionaron en asentamientos aldeanos durante todo el llamado Período Protoclásico, del cual no quedan vestigios pictóricos. Sin embargo, la culminación de este proceso se produce en el Protoclásico, que se distingue arqueológicamente po

r un aumento en la densidad de los asentamientos, una mayor complejidad en las formas arquitectónicas ceremoniales, en la ostentación de ofrendas mortuorias y en la decoración cerámica. En las tierras bajas se hacen presentes tipos cerámicos procedentes de las tierras altas de Guatemala y de El Salvador y parece haber también relaciones con Belice. Todo denota un aumento demográfico, un incremento del comercio y la consolidación de una antiguos, en el estilo de, en el corazón del Petén. (Coe et. al, 1965)

Se trata de cuatro personajes-aunque sólo se conocen los restos de tres- que estaban colocados en el muro exterior posterior de un pequeño edificio denominado 5D sub 10 1. Trazados en líneas negras de diferentes gruesos están en posición de pie, tienen varios adornos como orejeras, brazaletes y pulseras. Sólo en uno de ellos puede verse el rostro y parece llevar una máscara. Los rodea en ambos costados una especie de halo de anchas volutas en color rojo y sobre sus cabezas corre una banda de símbolos que parecen ser jeroglíficos también está delineada en negro y tiene algunos restos de pintura amarilla.

Otros restos de pintura rescatados de la tumba también del sitio de Tikal pertenecen a la misma época de los antes mencionados. Son igualmente personajes con abigarrados tocados a manera de volutas, que están de diversas posturas, algunos de ellos sentados de perfil a la manera oriental. El trazo es de carácter caligráfico, con líneas gruesas.

El hecho que de tanto en

templos como en tumbas aparezcan personajes de ricos atavíos con objetos rituales (máscaras) y asociados a símbolos jeroglíficos hace evidente el carácter religioso de la pintura de Prococlásico. Es una pintura asociada a prácticas rituales ejercidas por el grupo sacerdotal que se ve en ellas representado y que controla, ya en esta época, el conocimiento a través de la escritura y muy probablemente el cómputo calendárico como instrumento de poder. Los suntuosos ornamentos y ofrendas mortuorias a ellos asociados hablan ya de una apropiación por parte de este sector, del excedente de producción de la sociedad agrícola que controlaban, así como del comercio con las regiones circundantes.

Por otra parte, en el aspecto pictórico, estas pinturas denotan ya un estilo maduro, con cánones de representación iconográfica ya establecidos, mismos que perdurarán en la pintura maya, así como en la cerámica pintada y en los códices, a través del Período Clásico y algunos llegarán aun al Posclásico. Entre estos cánones están las proporciones naturalistas de la figura humana, el uso de línea de contorno de formas redondeadas, de superficies de colores planos y forma esquemática y estereotipada de representar a las figuras de perfil sentadas a la manera oriental.

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Los antecedentes rupestres

En la cueva de Loltún, en el noroeste de la península de Yucatán, se ha registrado una serie de pinturas rupestres, de pequeñas dimensiones – entre  0, 10 y 0,60m-, monocromas, pintadas con pincel en color rojo o castaño, a base de líneas gruesas y en forma esquemática. Entre los motivos representados hay figuras humanas masculinas algunas con falo, otras con sombreros, la mayoría en posturas dinámicas, aisladas, y sólo excepcionalmente relacionadas entre sí. También hay algunas formas como U invertida que se combinan con figuras alargadas grabadas que pudieran aludir a ritos de fertilidad (Strecker, 1976).

Las dificultades para el fechamiento de las pinturas rupestres no han sido superadas y siempre resulta hipotético cualquier intento al respecto. No obstante, por los motivos de estas pinturas asociados a la fertilidad, por las formas elementales de representación y por el hecho de que en las excavaciones llevadas a cabo en la cueva se detectó una cultura precerámica a base de instrumentos de sílex de corte y percusión anterior a 1800 a.C. (Velásquez, 1980), cabe suponer que se trate de expresiones de  grupos de cultura muy primitiva. Hipotéticamente se podrían considerar como antecedentes de un largo desarrollo pictórico posterior y correspondientes a sociedades de cazadores y recolectores que, al carecer de una arquitectura perenne, pintaron en chozas de materiales perecederos que ya no se conservan y en abrigos o cavernas como la Loltún.

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La pintura mural Maya

El referirse a la pintura mural al maya remite a la necesidad de hacer una breve mención de lo que son el área y la cultura mayas, es decir, el medio geográfico que permitió un desarrollo cultural con fuertes rasgos de homogeneidad, pero, a la vez, con variantes locales generadas por condiciones ecológicas diversas o posiciones geográficas específicas.

Ocupando de la península de Yucatán en la República Mexicana en los actuales estados de Campeche, Yucatán y Quintana Roo, parte del Estado de Chiapas y en Centroamérica los países de Belice, Guatemala y Honduras, se extendió la cultura maya. Caracterizada por un lenguaje y escritura comunes, la práctica de cómputo del tiempo por la denominada Cuenta Larga, el conocimiento de una numeración que incluía el uso del cero, la llamada bóveda maya, además de un extraordinario refinamiento en las expresiones plásticas.

Esta vasta extensión de terreno tiene tres grandes tipos de medio ambiento.

El del norte de Yucatán, con un relieve plano, suelos calcáreos porosos que provocan la rápida absorción del agua y generan corrientes y ríos subterráneos, con largas estaciones secas y un bosque subtropical caducifolio bajo, con precipitación pluvial entre 700 y 1.200 mm anuales y temperatura media anual de más de 20. El de Petén, con un bosque tropical lluvioso perennifolio en tierras bajas cruzadas por ríos caudalosos o formando lagos en cuencas cerradas, con precipitación entre 1.800 y 2.600 mm anuales y temperatura anual de 24. En estas dos regiones hay una fauna variada constituida por mamíferos como el puma, el jaguar, el venado cola blanca, el tapir, el jabalí, armadillo, tazas. Ardillas, tlacuaches y monos. Hay grandes reptiles como cocodrilos y caimanes, boas, víboras venenosas e iguanas, entre otros. Las ave más comunes son los patos, perdices, codornices, guajolotes, quetzales, loros y guacamayos y los faisanes, más abundantes antaño que en la actualidad. Por último, las tierras altas de Guatemala y Chiapas, con planicies o pequeños valles a más de 1.000 m sobre el nivel del mar, según la topografía que generan las cadenas montañosas, donde se originan los sistemas fluviales de Río Grande de Chiapas, el Usumacinta y el Motagua. Con estación lloviosa de mayo a noviembre, inviernos secos y fríos, tiene bosques de árboles de hoja perennes como abetos, pinos o cipreses y otros caducifolios como el aguacate o el encino, y en las llanuras altas crecen pastizales. La fauna incluye mamíferos como el jaguar, el venado y otros menores. Entre las aves, la más importante fue el quetzal.