Caracteriza a este período la declinación y a veces abandono de los grandes centros ceremoniales de las tierras bajas del Petén y sus alrededores, prolongándose la vida cultural de las ciudades de norte del área Puuc al Oeste, en Cobá en el centro y en Chichén Itzá al Noreste, así como en los puertos de Champotón en Campeche, Isla Cerritos el Meco en la costa norte, Tulum, Cozumel, Xelhá, Tancah, Bakjalal y Chetumal en Quintana Roo y Nito en Guatemala.
Los mayas chontales, a los que ya se hizo referencia como activos comerciantes desde el período anterior, se vuelven militarmente hegemónicos, controlando las rutas de navegación costera y estableciendo los puertos de intercambio. También incursionan por el Usumacinta y el Pasión, estableciéndose en Seibal, desde donde controlan el comercio de esa gran cuenca y de los altos de Guatemala.
En el norte, un grupo de ellos, los llamados itazaes, ocupan chichén Itzá. Desde ahí establecen relaciones con su lugar de origen en Laguna de Términos, así como gente proveniente de Tula, y someten a casi toda la populación de la península, excepto la esfera dominada por Cobá.
Llevan consigo un nuevo culto, el de Kukulkán o pájaro-serpiente; inteoducen el sacrificio humano como práctica ritual, se viste a la manera tolteca, usan nariguera de barra. Son guerreros por excelencia y sus construcciones tienen techo plano.
La pintura en este período tienen tres fases. La más temprana representada en la fechada oriente del santuario interior de la llamada Casa de Jaguar, capa 1, en Xelhá (Miller, 1982, Fettweis, 1981) y en el Templode Chac Mool o subestructura del Templo de los Guerras (Morris et al, 1931).
Esta última pintura se encontró en el interior del templo, en una banqueta típicamente tolteca. Al igual que en Tula, representa guerreros, sacerdotes y representantes de los dioses, sin embargo, difiere de las de aquel sitio en las dimensiones de las figuras, pues en éstas los personajes sentados miden 0,74 m, es decir, que son figuras que de pie medirían alrededor de 0,90m sin tocado, como en Bonampak y Mulestán vestidos a la manera tolteca, algunos de ellos representan de dioses mayas, tales como Chac, el narigudo dios de la lluvia. Es así que la supervivencia de elementos mayas, tanto iconográficos como ideológicos, hace de estas pinturas el primer estilo sincrético maya-tolteca.
Este período se caracteriza, en la mayor superficie de la península, por la hegemonía de Mayapán, en la que familias reinantes se apoyan en grupos mexicanos para someter a la población maya. Sin embargo, en lo que a pintura mural se refiere, los ejemplos que se conservan son prácticamente de la costa de Caribe y revelan la vida de grupos comerciantes de la ruta de la costa en los sitios de Cobá, Xelhá, Tulum y santa Rita Corozal (lothrop, 1903).