Desde los primeros años de la mayístoca hasta nuestros días, el conocimiento de lo que fue la sociedad maya en el tiempo del apogeo del Período Clásico ha experimentado un progreso considerable. Así, las hipótesis iniciales meramente conjeturales que dibujaron un sistema social regido por Pacíficos gobernantes que ocupaban su existencia en la astronomía y en el cálculo matemático han cedido paso–gracias a las aporaciones de la arqueología, que ha prestado una especial atención a la demografía y a los patrones de asentamiento, la epigrafía, que ha ido revelando un mundo de complicadas relaciones socio-políticaw, y la iconografía , que ha dado una interpretación más acertada de las escenas y motivos representados en los monumentos y objetos artísticos-a la nueva visión, aún incompleta, pero más real y fundamentada, de una sociedad estratificada y compleja.
Ocupando los escalones más alto de la pirámide social nos encontramos. La mujer de los linajes dirigentes ocupó ciertamente un papel muy importante en la política de la época. El matrimonio fue una de las formas de alianza entre las ciudades y de absorción de unas por otras. Podía reinar si la sucesión recaía en ella y transmitir el poder a sus hijos o a su marido, apareciendo siempre como pieza clave en el sistema de legitimización de los gobernantes. Como ellos, llegó a ostentar en las inscripciones dos de los más altos títulos.
La base de la sociedad estaba integrada por el campesinado, que era quien llevaba el peso de la producción, el mantenimiento del Estado, y quien aportaba la mano de obra necesario para la construcción de los centros cívico-ceremoniales.