Poco después tuvo lugar un episodio clave de la vida de Lutero. En el trayecto de la casa paterna a la universidad, una gran tormenta sorprendió al estudiante, que acabó derribado debido a un rayo que cayó a sus pies. Aterrado por el miedo a la muerte y a la condenación eterna, Lutero invocó a Santa Ana, patrona de los mineros: “¡Santa Ana, ayúdame, y me haré monje!”. Poco después, cumpliendo con su promesa, Lutero ingresó en el convento de los agustinos en Erfurt, abandonando la carrera de Derecho. Su padre, al enterarse de la noticia, se sintió furioso y decepcionado por los esfuerzos económicos invertidos en los estudios de su primogénito. Evidentemente, este suceso por si solo no explica la decisión de Lutero. El joven Martín llevaba madurando la idea mucho tiempo debido, en parte, a las influencias de una educación religiosa especialmente intensa y de una madre muy católica y supersticiosa. No obstante, la causa central de este cambio radica en el gran miedo espiritual que Lutero sentía constantemente: el temor por la salvación de su alma.
Lutero desempeñó su labor monacal durante 15 años y, según su propio testimonio, fue un monje bueno y riguroso. La dureza de los castigos y de las penitencias que se infligía asombraba a sus hermanos en una orden que, además, destacaba por el rigor y la observancia de la vida de sus miembros. Durante su primera misa, fue casi incapaz de articular palabra debido a que se sentía demasiado indigno frente a la majestad de Dios, manteniendo ese ideal monástico medieval de que el creyente, sólo mediante la ascesis y la oración constantes, podía al menos aproximarse al estado de dignidad mínimamente exigido para tratar con Dios. No obstante, la preocupación por la salvación eterna seguía atenazándole y ésta nacía, evidentemente, de la honda creencia de que el hombre por sí solo era incapaz de obedecer la voluntad de Dios y por ello vivía constantemente a merced del Diablo y de la condenación. Como afirma Ramón Conde, Lutero era en este sentido un hombre medieval que se consideraba pecador y temía la justicia divina.
Imagen: Retrato del joven Martín Lutero. Página El príncipe de la paz: http://www.ielprincipedepaz.org/Martin_Lutero.htm