Martín Lutero nació el 10 de noviembre de 1483 en el pueblo de Eisleben (Turingia). Sus padres eran Hans Ludher y Margarita Ziegler, que fundaron un modesto hogar con un total de siete hijos. Hans Luther era un hombre duro, trabajador, ahorrador y muy severo en cuanto a la disciplina que imponía en el hogar y en los castigos administrados a sus hijos. Gracias a su esfuerzo y a los contactos de la familia de su mujer, dejó de ser un obrero de las minas para trasladarse a Mansfeld en 1491 y ser comisario de las cuentas comunales y, en 1507, maestro de minas y concejal. Margarita Ziegler era una mujer hacendosa, entregada al cuidado de la familia, piadosa en lo religioso y sometida por completo a su marido. Sobre su madre, Oberman afirma que recientes estudios han demostrado que su verdadero apellido era Lindemann y que pertenecía familia burguesa acomodada y con importantes contactos de Eisenach, lo que explicaría las facilidades que tuvo Lutero para estudiar.
Martín comenzó sus estudios en la escuela elemental de Mansfeld, donde logró aprender muy bien el latín pese a los duros castigos de los docentes. Lutero, rememorando su estancia en la escuela, la calificaría como “infierno” y “purgatorio”. Al finalizar los estudios elementales con catorce años, su padre lo envió para iniciar los estudios preuniversitarios a Magdeburgo. Ingresó en una escuela regentada por los Hermanos de la Vida Común, una rama laica de la Devotio Moderna caracterizada por el rigor de su vida, su piedad y el apasionado apostolado que ejercían entre los estudiantes. Hans Ludher no aprobaba el ambiente profundamente religioso de la escuela y envió a su hijo a seguir sus estudios en Eisenach. Sin embargo, allí también recibió importantes influencias religiosas y se benefició de la protección de Ursula Schalbe-Cotta, una dama de la ciudad conocida por su riqueza y su piedad. En 1501, Lutero al fin ingresó en la universidad de Erfurt donde no sólo proseguiría sus estudios sino que también probaría la vida disoluta propia de los estudiantes universitarios; más tarde, Lutero reduciría la definición de la ciudad a un “lupanar” y una “cervecería”. Pero, sobre todo, la universidad ofreció al joven Martín múltiples estímulos y posibilidades intelectuales. En la universidad estudió las doctrinas aristotélicas propias de la escolástica que aún dominaba en la educación superior y que Lutero llegaría a aborrecer. Pero también conoció a los clásicos latinos como Virgilio, Plauto, Cicerón y Terencio. Además, conoció y admiró las doctrinas de Guillermo de Ockham, franciscano que estipuló la división rígida entre fe y razón y que se opuso tanto al tomismo imperante como a la opulencia de la corte papal. Allí alcanzó el grado de Maestro en Artes, como segundo de su promoción en 1505. Siguiendo las directrices de su padre, se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Erfurt, aunque no duraría mucho.
Imagen: Retrato de Hans Ludher. Página Albertina: http://www.albertina.at/jart/prj3/albertina/main.jart?content-id=1207841207641&rel=en&images_id=1215510158637