Desde sus orígenes, el mar ha sido un pilar básico en el crecimiento económico, cultural y estratégico de la ciudad.
Plano actual del puerto.
Los orígenes del puerto, íberos y romanos en la franja costera de Alicante
La configuración de la bahía de Alicante, guarnecida de muchos de los vientos que azotan el litoral y cuyos fondos arenosos y poblados de algas amortiguan las olas de los temporales, propició desde tiempos muy lejanos el establecimiento de asentamientos humanos. Estas poblaciones indígenas aprovecharon el abrigo de la rada alicantina, ceñida al norte por el Cabo de las Huertas y al sur por el de Santa Pola, para prosperar.
En el siglo V a.C., donde hoy se alza La Albufereta, se estableció un nutrido grupo de pobladores ibéricos. Dicho enclave, conocido hoy día como el Tossal de les Basses, ocupaba la cima y laderas de una pequeña loma circundada por una laguna.
Para dar salida a la producción el área sur del Tossal de les Basses contaba con un embarcadero. Esta hipótesis se sustenta en las excavaciones arqueológicas realizadas en el yacimiento, que sacaron a la luz un muro de alrededor de 26 metros de longitud, con diversas estancias y edificios anexos, cuya función pudo ser de almacenaje; así como varias plataformas con salientes, que pudieron servir como pantalanes.
La estructura portuaria del poblado ibérico se encuentra en el límite meridional del yacimiento. En aquella época, la laguna marina de La Albufereta se adentraba hacia el interior del barranco alrededor de 250 metros, si se toma como referencia la costa actual. Resulta factible, por tanto, que fuese utilizado como punto de amarre de pequeñas embarcaciones, mientras que la parte central de la laguna disponía del calado suficiente para el fondeo de barcos de mayor envergadura.
El periodo álgido del Tossal de les Basses se extiende entre los siglos V y IV a.C. Sin embargo, a lo largo del siglo III a.C. la ciudad de Lucentum (Tossal de Manises) le va robando el protagonismo. El declive del asentamiento pudo deberse a un aluvionamiento en época tardo-ibérica (s.III a.C.), según un estudio sedimentológico del área. Esta circunstancia impidió la comunicación marítima hacia el interior del barranco, pues se formó una restinga arenosa y tan sólo quedó un pequeño reducto marino junto a la playa de La Albufereta.
La declaración de la ciudad de Alicante como Puerto Público del Mediterráneo
Se remonta a 1271, según el privilegio otorgado por Alfonso X el sabio. El puerto como obra de ingeniería, un espigón de piedra que se adentra en el mar, no empezará a construirse hasta 1476, durante el reinado de Juan II.
Históricamente, el puerto ha tenido un papel decisivo en el comercio de la ciudad de Alicante.
A lo largo de la Edad Media y la Edad Moderna, las exportaciones consistían en productos propios de la región próxima al puerto, sobre todo pasas y frutos secos, esparto, sal y vinos.
En 1778 se permitió al puerto de Alicante comerciar directamente con América. En esta época, el puerto de Alicante era el más importante de la actual Comunidad Valenciana.
En 1810 se produjo una grave crisis comercial en la ciudad. Pero en la segunda mitad del siglo XIX, tuvo lugar una gran revitalización del comercio portuario. Gracias a la línea de ferrocarril Madrid-Alicante (que entró en servicio en 1858), Alicante se convirtió en la primera conexión por ferrocarril de la capital de España con el mar. Un tratado con Francia para la exportación de vinos permitió dar rápida salida a grandes cantidades de vino de las tierras productoras del interior, como La Mancha y el valle del Vinalopó, contribuyendo de este modo a una expansión del viñedo en estas regiones; las exportaciones experimentaron un espectacular aumento desde 1854 hasta la última década del siglo XIX, cuando los vinos españoles comenzaron a ser reemplazados por los de las colonias francesas del norte de África.
Durante la Guerra Civil el puerto de Alicante se convirtió en el último refugio de la República.