Ojeando el libro ¿Cómo hacer que funcione la globalización? de Stiglitz he visto que comentaba que ya tras la crisis económica del Sureste Asiático tanto el FMI como el Tesoro norteamericano hacían una llamada a estas naciones hacia una mayor transparencia financiera.
Pero ¿qué sucedió cuando estos países en vías de desarrollo apuntaron con el dedo al secreto bancario de los bancos extraterritoriales de Occidente? La respuesta desgraciadamente la imaginamos todos, el discurso de estas instituciones cambió pues este secreto bancario favorece a diferentes grupos de los países desarrollados y como señala Stiglitz el Gobierno de Bush en el verano del 2001 vetó toda iniciativa (sólo la cambió para temas relacionados con el terrorismo tras los atentados del 11 de Septiembre, pues los terroristas se habían beneficiado del secreto bancario).
Terminar con los paraíses fiscales y el secreto bancario es el camino imprescindible para acabar de una vez por todas con la venta de armas y con la miserable corrupción y evasión de impuestos.
Es que es una vergüenza leer artículos como el que venía en El Mundo que comentaba lo siguiente:
“Países exentos de impuestos, los paraísos fiscales son el sitio preferido por aquellos que poseen dinero negro a espuertas, desde algunos constructores a narcotraficantes, entre otros, que quieren vivir en su propio país sin pagar un euro al Estado. Escondrijos de una cuarta parte de la riqueza privada mundial, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), que, de pagar impuestos, cubrirían de sobra los Objetivos del Milenio, según las estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).”
Me alegra mucho comprobar que se ha avanzado mucho en este tema y que tras la cumbre del G-20 en Londres el pasado 2 de abril se han tomado decisiones concretas y sin vuelta atrás. Ya era hora de querer poner fin a esta corrupción tan clara a ojos de todos.
“La época del secreto bancario ha llegado a su fin”. Palabras de Nicolas Sarkozy tras la cumbre. Que se haga realidad.