Leyenda de Armengola

Esta leyenda cuenta que el alcaide de Orihuela, Benzaddon, residía en la alcazaba, y no lejos de allí, en el Arrabal Roche, vivía Pedro Armengol con su esposa e hijas. La mujer era nodriza de los hijos del alcaide, por lo que tenia libre acceso a la fortaleza. Los mudéjares locales se unieron con los del reino de Murcia para pasar a cuchillo a los residentes cristianos, y se fijo la fecha para ello el 16 de julio. Benzaddon quiso exceptuar a la nodriza y su familia del exterminio contra los cristianos.

La mujer de Pedro Armengol quedo traspasado con la confidencia. Decidió salvar a su pueblo con una estrategia ingeniosa que consistió en vestir con las ropas de sus hijas a dos robustos soldado y acompañada de estos y de su marido se presento en la alcazaba y los guardias fueron sigilosamente degollados. Las santas Justa y Rufina, que eran muy veneradas en esta tierra se aparecieron en forma de resplandecientes lucero para posarse sobre la fortaleza.

Armengola, empuñando las armas y luchando como un hombre, hizo prodigios de valor. La torre de homenaje fue coronada con la cruz en su más elevada almena

La muerte del alcaide, la caída del castillo en manos de los cristianos y la noticia de que se acercaba el ejercito salvador del rey Don Jaime impidió a los mudéjares poner en practica su proyectada masacre.

La tradición continua arraigada entre el vecindario de Orihuela, la festividad de la liberación de la ciudad de manos de los musulmanes se conmemora el 17 de julio.

En la víspera, se encienden luminarias entre las ruinosas paredes del castillo y al día siguiente, la Corporación municipal bajo mazas y con el pendón de la ciudad al frente acuden a una solemne y concurridísima función religiosa en la parroquia de Santas Justas y Rufina. Allí el consejo y los demás ciudadanos escuchan cada año del oficiante natal la portentosa hazaña de la valerosa mujer de Pedro Armengol.


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