Los blancos campos de Benidorm

Era Mubarak el sabio y prudente alcaide de Benidorm y bajo su gobierno vivían en paz y concordia moros y cristianos. Mubarak no tenía hijos varones pero se consolaba con las cualidades con que la naturalez y una excelente educación habían dotado a su única hija Zobeida.
Zobeida se enamoró perdidamente de un apuesto caballero cristiano por nombre Diego pero pese a la armonía en que, como he dicho, vivían las dos comunidades, la cosa no llegaba al punto de ver con buenos ojos el amor entre una mora y un cristiano. Por ello los dos amantes planearon huir una noche descolgándose con una soga desde el acantilado  a la playa.
Sin embargo, fueron descubiertos y devueltos a palacio en el que el Alcaide, enfurecido mandó encerrar a su hija y ajusticiar a Diego. Pero movido por la clemencia, decidió perdonar la vida al cristiano y encerrqarle de por vida en una lóbrega mazmorra del alcázar. “Saldrás de ella – anunció – cuando los campos de Benidorm se cubran de blanco”. Sabía que eso era imposibloe porque en aquella comarca nunca nieva.
Pasaron los meses, florecieron los almendros y la campiña se cubrió de flores blancas. Diego recordó a Mubarak su promesa y estefiel cumplidor de sus promesas, le otorgó la libertad y accedió, por fin, a consentir la boda de su hija con el caballero. Con el correr de los años, el matrimonio rodeó de nietos al caudillo muslmán y Diego fue un leal vasallo que auxilió a su suegro en todo lo que no se oponía a su religión.


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