El 12 de febrero la reina se mudó a Toledo. El 22 de febrero fue la aprobación del príncipe Don Carlos por parte del Cortes de Castilia. El Cortes de Castilia se reunió desde el 9 de diciembre en Toledo. La solemnidad tuvo lugar en la catedral. La reina estaba enferma y por eso ella no estaba allí. Pero Juana celebró también en la catedral. El príncipe Don Carlos montó a un caballo muy hermoso, codo con codo con Don Juan de Austria y Alexander Farnese, un hijo muy joven de la gobernadora de los Países Bajos, Margareta de Parma. Ella por otra parte fue una hija de Carlos V. El príncipe fue muy blanquecino y febril. La ceremonia duró mucho tiempo. Empezó a las nueve de la mañana y acabó a la una. Los elegidos de Cortes de Castilla declararon el príncipe Don Carlos, el único carnal y legal hijo de Felipe II como sucedor de su padre, tras la defunción de su padre. Don Carlos obligó a no usurpar sus privilegios y a sus derechos. Después toda la gente que fue presente se arrodilló en frente del obispo que celebró la ceremonia. La gente hizo el juramento alo cual el joven príncipe le sirvió su mano para un beso. Cuando fue el turno de la princesa Juana, Don Carlos saltó y la abrazó. Este acontecimiento había sido fijado antes. Con este gesto el príncipe evitó tener disgutos porque la pregunta si la ex—regente de España puede dar un beso a su sobrino o no fue un poco difícil. Por último el duque de Alba, que dirigió la ceremonia, hizo su juramento. El dejó el besamanos. Quizá porque fue orgulloso o porque lo olvidó. El joven príncipe se puso muy furioso y enfadado. En este momento el duque de Alba entendió la situación. Por eso él se disculó por su comportamiento incorrecto. El duque de Alba se arrodilló también y dio un besamanos a Don Carlos.
La ceremonia del sucesor al trono
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