El caso mas importante: el caso de Granada
El reino de Granada era el último reducto musulmán en la península con una extensión amplia que comprendía aproximadamente las actuales provincias de Málaga, Granada y Almería. Los Reyes Católicos deseaban terminar el largo proceso de la reconquista para lo cual disponían del nuevo ejército moderno, regularizado y coordinado. Los musulmanes granadinos estaban divididos y el emir Abul-Hasam se enfrentaba al clan de los abencerrajes; una parte del reino reconoció a su hermano, el Zagal de las crónicas castellanas, como monarca sucesor. Los castellanos aprovecharon un incidente fronterizo, la toma de Zahara por los granadinos, para iniciar una guerra, más larga de lo previsto (1481-1492), que terminó con el último vestigio musulmán en la península.
Historia de Granada
Durante la guerra el emir murió y le sucedió su hijo Boabdil que siguió el enfrentamiento con su tío. La mitad occidental del reino pasó a manos cristianas con la caída de Ronda (1485) y de Málaga (1487) y finalmente la zona oriental con la ocupación de Baza, Guadix, Almería (1488-1489), hasta la rendición de Granada en 1492. En las capitulaciones los reyes se comprometieron a la expatriación de Boabdil al norte de África y a respetar la religión y las leyes de los que decidirán quedarse. La incorporación del reino de Granada a la corona de Castilla fue seguida de la repoblación mediante los repartimientos de casas y tierras a los repobladores de acuerdo con la condición social de los mismos. Las condiciones de vida de la población morisca paulatinamente se endurecieron hasta que se sublevaron a comienzo del siglo XVI.
El Reino de Granada
En Granada, se trataba más bien de una población que fue conquistada y que seguía con sus propios líderes y su recuerdo de una independencia perdida hace poco.
En Granada, al contrario, donde la conquista acaba de hacerse los moriscos han conservado su élite religiosa y social; la agricultura y el trabajo de la seda les procuran una facilidad relativa. Por todas partes, están bajo el dominio de señores que los explotan mucho pero los protegen contra las molestias de la administración en la medida en que representan una mano de obra eficaz. Los señores no tienen ningún escrúpulo en hacerlos trabajar con dureza incluso el domingo. En esta época, los moriscos eran oficialmente cristianos pero en realidad eran musulmanes.
En 1526, en Granada, se hace una reunión para hablar de la situación. Para facilitar la integración de los moriscos, quieren que renuncien en sus fiestas, sus ropas tradicionales y al uso de su lengua árabe. Además, la Inquisición aparece en Granada en 1526.
Tensiones que van a crescendo
Los moriscos se quejaron ante Felipe II pero él no quiso negociar. Los moriscos se rebelaron en el Albaicín, en Granada en 1568 y se extendió hasta por la Alpujarra. Este movimiento fue encabezado por Fernando de Córdoba y Valor, un descendiente de los califas de la provincia de Córdoba y fue nombrado rey. En el año 1569, la revuelta se fue extendiendo y le pilló por sorpresa a Felipe II. Se estableció un contacto con el norte del continente Africano. Tomó la decisión de encargar a Don Juan de Austria la represión. Expulsaron a los moriscos de las tierras para poder después vencer a los rebeldes.
La Rebelión de la Alpujarra
La Rebelión de la Alpujarra fue un conflicto que ocurrió durante el reinado de Felipe II más precisamente entre 1568 y 1571. La población morisca empezó a quejarse contra lo que se decidió en 1567 ya que se les limitaban las libertades religiosas y culturales.
Lejos de los frentes de Europa, las tierras de la Península disfrutaron de un periodo de paz general con alguna excepción como la famosa rebelión de las Alpujarras. Desde la prohibición de la religión islámica, la convivencia entre cristianos y moriscos (los musulmanes convertidos) no fue fácil y acabó estallando en la sublevación de las Alpujarras granadinas después de que una pragmática o ley real de 1567 limitara a las libertades lingüísticas y culturales de los herederos hispanos del islam. Estos se alzaron en armas la Nochebuena de 1568 y durante dos años lucharon con ardor contra los tercios mandados más de 80000 moriscos fueron deportados a otras tierras de Castilla.
Las deportaciones no solucionaron el problema moro, sino que se extendió el conflicto a otros puntos de la península y se reavivó la animadversión de los cristianos viejos frente a sus vecinos moriscos.
Tras la rebelión de las Alpujarras (1568-1571)
En efecto, fue protagonizada por moriscos granadinos, los menos aculturados, fue tomando cada vez mayor peso la opinión de que esta minoría religiosa constituía un verdadero problema de seguridad nacional. Esta opinión se veía reforzada por las numerosas incursiones de piratas berberiscos, que en ocasiones eran facilitadas o festejadas por la población morisca y que asolaban continuamente toda la costa levantina. Los moriscos empezaron a ser considerados una quinta columna, y unos potenciales aliados de turcos y franceses.
Tras un año de negociaciones, en 1568 estalla la revuelta, que fracasa, salvo en la montaña de la Alpujarra, donde sí tiene éxito encabezada por Fernando de Valor, que recupera su nombre árabe, Aben Omeya, y fue nombrado rey de los moriscos granadinos. En Marzo de 1569 la guerra ya está en marcha.
Consecuencias en Granada
Después de todas estas movidas, las consecuencias fueron bastante grandes en particular para el Reino de Granada ya que las consecuencias fueron mucho más graves.
Unos moriscos de Granada sobrevivieron pero fueron dispersados en otras partes de la península como en las Dos Castilla por ejemplo. Efectivamente, la expulsión de los moriscos provocó un gran vacío de la población durante varios años y además, provocó el hundimiento de la economía granadina puesto que los moriscos eran los que más participaban en el desarrollo de la economía y sobre todo en la agricultura. También, se destruyeron varios campos que eran necesarios para la economía; la disminución de la población, la falta de mano de obra en el campo y la huerta…