Introducción

Una Mirada Crítica

El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define al Renacimiento como “ una época que comienza a mediados del siglo XV, en que se despertó en Occidente un vivo entusiasmo por el estudio de la Antigüedad clásica griega y latina”. Esta acepción no se ajusta a lo que se ha podido entender como el gran cambio cultural ocurrido durante los siglos XV y XVI y que se expresó en gran cantidad de campos como el Arte, la Ciencia o la Literatura y que , según Burke(Burke, P; El  Renacimiento) no se entiendo como un abrupto cambio en los patrones mentales y estéticos sino como una “dinámica expansiva en amplio contexto”.

Además el concepto de Renacimiento no debe confundirse con el Humanismo, puesto que el primero es más amplio y comprende la diversidad de  actitudes y perspectivas, mientras que el segundo concreta más en el resurgir de las letras clásicas y los valores culturales a los que dieron origen.

Se ha venido diciendo que las características del Renacimiento son  la vuelta a los modelos clásicos grecorromanos en los temas y la formas, especialmente apreciable en artes plásticas como arquitectura y escultura; el antropocentrismo, que como en el mundo griego hace al hombre medida de todas las cosas; y una nueva relación con la Naturaleza a través de una ciencia realista y objetiva. Siendo correcta en esencia esta definición parece definir la Historia Medieval, la inmediatamente anterior al Renacimiento, como una época oscura y dogmática y los propios renacentistas caen en la paradoja de querer distanciarse de una época cercana, de la que son directamente herederos, y mientras buscan los modelos de unos tiempos muy lejanos.

Contexto Histórico o el Nuevo Estilo de la Monarquía Francesa

Con la subida al trono de Francisco I de Valois-Angulema en 1515 cambió en la Monarquía Francesa  algo más que la dinastía reinante, dio comienzo una renovación cultural, política y social acorde a lo que se vivía en los demás Estados  que empezaron a recorrer el camino de la Modernidad.

Hasta ese momento los reyes de la dinastía Valois-Orleans:  Luis XI, Carlos VIII y Luis XII habían seguido políticas encaminadas a la recuperación del territorio tras la Guerra de los Cien Años así como la incorporación por diversos medios (campañas militares, política matrimonial) de distintos territorios de los que creían poseer derechos como Bretaña, la Provenza o Anjou.

 Ésta política territorial trajo a Francia sus alegrías y sus sinsabores, pero continuó en la misma dirección bajo el nuevo soberano Francisco; no se podría afirmar lo mismo con en relación la las instituciones del Estado, que habían sido el instrumento que habían utilizado los reyes Orleans para integrar a las élites en el funcionamiento del Estado a costa de la pérdida de poder efectivo para la Corona. Francisco I, con el respaldo de una victoria militar en Italia (Mariñano, 1515) deja claro desde el principio que en Francia iba a mandar el sólo. Realizó una reforma de las instituciones del Estado limitando el poder de Iglesia y nobles, y cambiando la imagen con la que el rey se hacía representar hacia una vertiente más profana, adoptando el nuevo estilo de los maestros italianos, aunque de forma algo tardía, a los que acogió bajo su mecenazgo en multitud de ocasiones.

En la vida espiritual francesa había encontrado gran acogida la devotio moderna durante la primera mitad del XV  y otras formas de entender la espiritualidad de manera más íntima y estricta, buscando una mayor semejanza a la vida de Cristo; por lo que se encontró resistencia a las nuevas ideas humanistas y renacentistas, sobre todo desde los ámbitos catedralicios de la Sorbona, por lo que el humanismo francés no estuvo tan desarrollado cuando otra nueva oleada de ideas renovadores sacudió el continente: la Reforma.

El Renacimiento en la Historiografía

Al referirnos al Renacimiento se hace imposible no evocar en nuestra mente a las obras de los grandes genios renacentistas en pintura, escultura o arquitectura a sabiendas que no son más que la punta del iceberg de una gran producción artística, científica y técnica que a menudo es ignorada por quienes no se dedican vocacional o profesionalmente al mundo de la Historia o del Arte. Esto nos puede llevar a la íntima reflexión acerca de lo poco que ha cambiado la concepción del Renacimiento desde el siglo XIX cuando los autores (Michelet, Ruskin o Burckhardt) definían al Renacimiento como una mezcla de las catedrales y castillos renacentistas, las pinturas de Leonardo da Vinci y la escultura de Miguel Ángel brillando sobre la penumbra que fue el mundo medieval,  todo focalizado en Italia siendo el resto de Europa el “receptor pasivo”. Esta forma de entender la historia fue definida como “mito” por historiadores contemporáneos por su falsedad a la hora de contrastar el mundo italiano con el del resto de Europa (se ha demostrado la excelencia los maestros holandeses con la música o la pintura renacentista sobre los italianos)  y el período renacentista con la Edad Media y porque obvia que necesariamente se basa uno en el otro, y aún así es la que ha trascendido a la imaginación colectiva.

Posteriormente otros historiadores (Haskins, Gilson y Huizinga) restaron originalidad a la idea de Renacimiento al asumir que existieron en el Alto Medievo conatos de intelectualismo y renovación educativa, además de regionalizar un Renacimiento cristianizante del Norte.

Las perspectivas más cercanas (Burke) y que mejor consideración tienen actualmente teorizan que el Renacimiento hay que entenderlo dentro de una dinámica de renovación intelectual después del ruralizante mundo que siguió a la caída del sistema romano que comenzó en el año 800 con Carlomagno y continuará hasta los finales de la Edad Moderna

Penetración en Francia del Renacimiento

Tradicionalmente se ha considerado las vías de expansión del Renacimiento por el resto de Europa según la teoría de la Influencia aunque ahora se ha matizado el termino vistas a la nueva investigación en torno al Renacimietno (Burke), pero se sigue sosteniendo una doble oleada, primero de humanistas a finales del siglo XV y una segunda de artistas propiamente dichos a principios del XVI que por distintos motivos visitaron distintos paises de Europa dando a conocer el estilo propio. Entre los variados motivos que tuvieron estos personajes para abandonar sus lugares de origen se pudieron ver casos de huidos por motivos personales, por mecenazgo de dirigentes europeos, motivos personales o la simple desocupación.

También se considera que el viaje a Italia de literatos y estudiantes, visitantes en general como el arquitecto Philibert de l’Orme y la circulación de libros y obras de arte.

Bibliografía: 

  • Burke, Peter; El Renacimiento. Págs. 14-41 Floristán; Historia Moderna Universal. Págs. 57-59
  • Floristán; Historia Moderna Universal. Págs. 131-139.
  • Burke, Peter; El Renacimiento. Págs. 7-14. Floristán, Historia Moderna Universal. Pág. 57