
Todo comenzó con una solicitud del fiscal general de Nueva York, Eric Schneiderman, en un intento por reducir el número de robos en la gran manzana, pero tanto él como el fiscal de San Francisco se unían la semana pasada en el escepticismo ante la solución propuesta por Apple, encargando a un grupo de expertos del Centro de Inteligencia del Norte de California que tratasen de saltarse esta medida para conseguir el acceso al dispositivo.