Una mirada curiosa y una boca que sonría

 

«Niña que duermes… te deseo que no pierdas jamás el sueño, que vayas por la vida con la paciencia como tu mejor aliada, que conozcas el placer de la generosidad y la paz de los que no esperan nada, que entiendas tus pesares y sepas acompañar los ajenos. Te deseo una mirada limpia, una boca prudente, una nariz comprensiva, unos oídos incapaces de recordar la intriga, unas lágrimas precisas y atemperadas. Te deseo la fe en la vida, y el sosiego que tal fe concede.

Niña, yo te deseo la locura, el valor, los anhelos, la impaciencia. Te deseo la fortuna de los amores y el delirio de la soledad. Te deseo el gusto por los cometas, por el agua y los hombres. Te deseo la inteligencia y el ingenio. Te deseo una mirada curiosa, una nariz con memoria, una boca que sonría… un llanto que te devuelva la entereza. Te deseo el sentido del tiempo que tienen las estrellas. Te deseo la fe en la fuerza de tus recuerdos y en el futuro como la promesa donde cabe todo lo que aún no te sucede.»

Ángeles Mastretta, Mal de amores.


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