«…los hombres no suelen vivir en el presente; como bustos de Jano, pasan una parte del tiempo mirando al pasado, y otra esperando o temiendo el porvenir. El presente es una incómoda estación de paso donde nadie habita sino como transeúnte.
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Dos milenios después de que la poesía lo formulara, el carpe diem es una invitación tentadora e inútil a la que nadie hace caso.
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Puede ocurrir, por falta de costumbre, que uno haya estado en el paraíso y no lo sepa, que en la tierra prometida siga creyendo que su peregrinación no ha terminado. Sólo sabrá que estuvo en ese modesto edén donde algunas veces se remansa el presente cuando no acierte a recordar el día en que vive ni cuánto tiempo ha pasado sin mirar el reloj.»
Tan solo algunas veces, Tribuna publicada en El País, 15 de septiembre de 1990.