«Uno no puede pelear eternamente contra los molinos. Sobre todo cuando se visten de gigantes. En casos así hay que poner cara de Sancho, sacar barriga en vez de pecho y echar mano de algún refrán que conjure los efectos del pesimismo. Siempre hay uno para cada caso; aunque no te venga a la memoria, siempre lo hay. Pero era domingo, su día festivo, y no estaba dispuesto a amargarlo con reflexiones inútiles, a pesar de que en aquel momento no fuera capaz de recordar ningún aforismo que subrayase su tajante decisión de disfrutar.» (216)
Guillermo Galván, Antes de decirte adiós.