«Podría decirte —comenzó Alí— que el mejor modo de vengarse de un enemigo, aunque sea la propia madre, es no parecérsele nunca. Podría decirte, también, que nadie debe convencerse de que lo que se desea es más importante que lo que se posee. Y asegurarte que ninguna ambición merece el precio de una vida humana…» (199)
Gilbert Sinoué, Avicena o la ruta de Isfahán.