Manuel Vicedo Martínez. Septiembre 2011. Desde los tiempos más antiguos el ser humano ha descubierto y disfrutado los grandes beneficios que el frío puede proporcionar. Por un lado su poder anestesiante y antinflamatorio, lo que le convirtió en un elemento indispensable en la medicina antigua de algunas culturas; y por otro, su capacidad de conservar en buen estado algunos elementos perecederos, lo que también hizo de él un elemento muy conveniente siempre.