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Aventuras y leyendas

La bandera pirata

¿Cuál es la imagen que todos tenemos de la bandera de un pirata?

La respuesta está clara: una calavera sobre dos tibias o dos sables cruzados en una gran bandera negra. Y ¿de dónde hemos sacado esa imagen? Claro está que la hemos sacado de las diferentes películas, libros, u obras teatrales con las que hemos podido crecer. Pero, ¿cuál es la realidad sobre esta bandera? ¿Cuándo fue avistada por primera vez y quién la inventó?  Vamos a intentar responder a esta última pregunta.

Sobre esta típica bandera pirata existen dos hipótesis que serían las más probables.

La primera nos cuenta que un día del año 1700, Poole, un capitán de la Armada Real inglesa avistó en aguas de Santiago de Cuba un barco comandado por el pirata francés Emanuel Wynne quien, al ver el navío inglés izó una bandera negra sobre la que se observaba una calavera con dos tibias cruzadas y un reloj de arena. Tras intercambiar varios cañonazos (sin mayores consecuencias para ninguno de los dos barcos), al llegar a puerto, el capitán envió un informe en el que dejó constancia de la existencia de una bandera pirata por primera vez.

Otra versión dice que en septiembre de 1723, el Princess Gallery que transportaba negros desde África, al aproximarse a las Barbados vio su capitán, un navío que enarbolaba una bandera negra con una calavera y dos alfanjes cruzados. Esta nave  amenazó al Pincess Gallery, que al verse en inferioridad de condiciones no tuvo más remedio que darse por capturados. Los asaltantes apresaron a los marineros y obligaron al cirujano al carpintero y al cocinero a unirse a ellos (dos marineros aprovecharon para enrolarse en la tripulación). Tras esto, el Princess Gallery fue liberado y pudo seguir su ruta. De esta manera, al llegar a Barbados, el capitán informó de la innovación de la bandera pirata.

Sea como fuere, el caso es que a partir de comienzos del siglo XVIII, el símbolo de la muerte quedó incorporado a los signos externos de la piratería. Este emblema fue perpetuado y extendiendo. Desde entonces, esta imagen se convirtió en una visión que helaba la sangre de cualquier viajero o marinero que tuviera la mala suerte de divisarla.

A continuación, algunas de las temibles banderas piratas que surcaron los mares sembrando el terror:

Bandera del pirata Edward England:


Bandera del pirata Edward Teach, alias Barbanegra:

Bandera del capitán Henry Every:

Bandera del pirata John Rackman:

Bandera del pirata Bartholomew Roberts:


Bandera del pirata Edmund Condent:

Bandera del capitán Richard Worley:

Más información en: http://www.isladelcofre.com/01banderas.htm

Fuentes consultadas:
-R.ABELLA. “Los halcones del mar. La gran aventura de la piratería”.
-http://www.isladelcofre.com/01banderas.htm

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El pirata en la Historia

La figura del negrero

La noticia de que los españoles estaban importando africanos para el trabajo en las plantaciones de sus nuevas posesiones americanas llegó hasta tierras británicas.

John Hawkins (de familia adinerada) vio entonces  una gran oportunidad para llenar sus bolsillos compitiendo en el mercado negro del Caribe. Como la demanda era alta, el mercado de negros en el Caribe ofrecía grandes expectativas respecto a los beneficios que podía ofrecer, pero para ello, era necesario  conseguir burlar las leyes que vetan a protestantes y a extranjeros en general el intercambio de mercancías con las plazas de soberanía hispánica.

Hawkins se dirigirá a Sierra Leona y conseguirá un cargamento de 300 negros. Más tarde se dirigirá a los puertos de Cartagena y Santiago. La venalidad y sobornabilidad de gobernadores y funcionarios le permitirán a Mr. Hawkins hacer negocio. Ingeniándoselas con diferentes estrategias llegará a puertos hispanos y conseguirá colocar la “mercancía” transportada (por ejemplo, recalando por “equivocación” en el puerto deseado o pidiendo entrar en dicho puerto harto de capear un supuesto temporal). Sabrá persuadir y llevarse bien con las autoridades coloniales para conseguir sus fines comerciales.

Por ejemplo, en 1562 partió de Plymouth hacia la costa de Guinea donde cargó 300 nativos en sus buques. Con este cargamento llega a La Española y vende sin problemas su carga a los plantadores españoles que no tienen reparos en burlar las leyes con tal de conseguir nuevos esclavos a buen precio.

Este éxito le aseguró una importante financiación para el siguiente. Por ejemplo, la mismísima reina Isabel autorizará la utilización del buque armado Jesus of Lubeck como nave insignia de la escuadra.

La habilidad de Hawkins le permitirá de nuevo sortear las prohibiciones y colocar su mercancía de esclavos de puerto en puerto.

Al terminar su expedición, el beneficio con respecto a lo invertido había sido del 60% ; el negocio estaba claro: reventar el monopolio hispánico de la trata de esclavos.

Se calcula que en transcurso de los cuatro siglos siguientes se llevaron de África a América doce millones de negros de ambos sexos. Sin ellos hubiera sido imposible la explotación exhaustiva de las plantaciones de azúcar, café, tabaco y algodón, base de las grandes fortunas indianas.

Fuentes consultadas:
E.SOLA. “Un Mediterráneo de piratas: corsarios, renegados y cautivos”
R.ABELLA. “Los halcones del mar. La gran aventura de la piratería”.

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El pirata en la Historia

Los corsarios

corsario

Hoy en día es muy fácil confundir el concepto de corso con el de pirata. Pero vamos a intentar señalar que hay una diferencia, y por tanto no son realmente palabras sinónimas.

Desde el punto de vista jurídico la diferencia entre pirata y corso es clara. José Luis de Azcárraga define en su libro “El corso marítimo” al corso como “la empresa naval de un particular contra los enemigos del Estado, realizada con el permiso y bajo la autoridad de la potencia beligerante, con el exclusivo objeto de causar pérdidas al comercio enemigo y entorpecer al neutral que se relacione con dichos enemigos”. Sin embargo, define la piratería como “aquella expedición armada o empresa por mar con un fin lucrativo y sin tener autorización del Estado”

Las diferencias entre corso y pirata en teoría son las siguientes: el corsario necesita una licencia o patente de su soberano para navegare en corso; sólo puede atacar barcos enemigos o navíos neutrales con contrabando de guerra, dando fianza para responder ante las presas declaradas ilegales, y sus presas son legitimadas en un juicio posterior (en este punto la Corona española fue muy estricta). El pirata sin embargo, navega por su cuenta atacando a todo barco que se encuentra y su presa es considerada jurídicamente un robo, no adquisición legítima.

Pero en la práctica, estas diferencias no están demasiado claras. Existían dos tipos de corsarios, el corsario general, concedido en tiempos de guerra a súbditos que actuarían entra los buques del enemigo; y el corsario particular, que actuaba en tiempos de paz contra el ofensor (tras haber expuesto la supuesta ofensa o daños efectivos o imaginarios). Este último corso es el más cercano a la piratería y en la práctica lo fue muchas veces.

Sin embargo, España concretamente, fue un país con escasa tendencia al corso. La prohibición o no del corso es ya otro tema ya que a pesar de haber sido prohibido en la Pragmática del 12 de enero de 1489,  Fernando el Católico lo permitiría sin restricciones a guipuzcoanos y vizcaínos y lo consintió en mares italianos. En África si estaría prohibido. En ocasiones se concederían “cartas de represalia” a los mercaderes castellanos afectados por la piratería de Europa Occidental. En el siglo XVII los españoles se referían a estos como armadores y capitanes de corso o corsistas, y reservaban el término corsario para los de las naciones enemigas. Sólo en la última década del siglo se comienza a mencionar a los españoles como corsarios, pero no en todas las ocasiones.

Fuentes consultadas:
E.SOLA. “Un Mediterráneo de piratas: corsarios, renegados y cautivos”.

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Aventuras y leyendas

Mitos y Realidades

¿Existían los tesoros ocultos en islas?

Es una creencia generalizada que los piratas escondían tesoros robados a los galeones en islas desiertas. Se dice que Henry Morgan ocultó tesoros en verias islas de las Bahamas y aún hay quien busca el legendario tesoro oculto del capitan Kidd. No hay duda de que Robert Louis Stevenson, con su novela La isla del Tesoro, publicada en 1883 contribuyó a tan extendido mito.

¿Tuertos y mutilados?

Los piratas estaban expuestos a sufrir graves heridas debido a la dureza de la vida a bordo y a los ataques habituales de otras naves. Las heridas en piernas, brazos u ojos eran frecuentes y los cirujanos de la tripulación, duchos en cauterizaciones al rojo vivo, terminaban por conseguir que las patas de palo, los bastones o los parches fueran algo habitual.

¿Abordaban grandes barcos o naves modestas?

Las flotas compuestas por varios barcos piratas saquearon naves de gran envergadura, que a veces convertían en su buque insignia, como el Fortune, buque de guerra francés capturado por el pirata Bartholomew Roberts en 1720 y convertido en el impresionante Royal Fortune. Pero normalmente la mayoría de piratas asaltaban pequeños barcos mercantes, pobremente armados y con una tripulación escasa, y gran parte del botín consistía en equipamiento del barco y artículos necesarios.

¿Eran vulgares bandidos o idealistas libertarios?

La mayoría de piratas fueron antiguos marineros que se rebelaron contra la discipina (a veces tiránica) de sus superiores. De ahí que al convertirse en piratas, intentaran instaurar una especie de democracia igualitaria en la que se hiciera lo que la mayoría quisiera. Llegaron a existir, de hecho, comunidades gobernadas por piratas (como Libertatia en Madagascar). Si embargo, lo cierto es que su principal motivación era la obtención de un buen botín.

Fuentes consultadas:
M. LARA MARTÍNEZ.”Piratas, el terror del Caribe”.Historia National Geographic nº 62