Bulas y privilegios reales

Durante el siglo XVI la vida universitaria española expandió mucho. Veinticuatro nuevos centros universitarios vinieron desde 1500 hasta 1626, además de las universidades de los siglos anteriores.  Fue normal que las universidades de nueva creación recibieron primero una bula pontificia primero y posteriormente un privilegio real, cuando concluyeron sus períodos fundacionales. La bula reconocía sus títulos académicos en todos los reinos de la Monarquía Hispánica, y consolidaba su continuidad institucional.  Entre las veinticuatro fundaciones universitarias, sólo cuatro recibieron el privilegio real por vía prioritarian. De las restantes, quince solicitaron con anterioridad la bula pontificia, y sólo tras laboriosas gestiones consiguieron la legitimación por parte de la monarquía española. Otras cuatro universidades funcionaron exclusivamente con la autorización de la sede romana y sólo una funcionó sin bula ni privilegio. La mayoría de las nuevas universidades fueron de una forma institucional muy característica de la España de la Contrarreforma. En estos centros, nacieron vinculadas a academias o “Estudios” municipales o particulares, en las que se impartía al principio enseñanza secundaria y artes, o bien como fundaciones de una orden religiosa, que solicitaban una licencia pontificia para graduar a un número limitado de sus miembros.

 Ejemplo de una bula


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