La Historia Moderna de España se fecha habitualmente entre 1492 (principalmente por el Descubrimiento de América, pero también por la expulsión de los judíos y la conquista del Reino de Granada) y 1808 (Guerra de la Independencia).
Al comienzo de la Edad Moderna reinan Isabel I de castilla y Fernando II de Aragón (intitulados Reyes Católicos desde la bula del papa Alejandro VI en 1496), con cuyo matrimonio (1469) se aliaron la Corona de Aragón y el Reino de Castilla, aunque siguieran siendo prácticamente independientes. Los monarcas consiguieron una organización estatal centralizada a partir de la creación de diversas instituciones. Buena parte de la historiografía española ha ensalzado su reinado, identificándose ideológicamente con logros como la unificación de España y su dominio mundial, el descubrimiento y la colonización de América, la pacificación de casi toda la Península Ibérica, la defensa activa del catolicismo o la culminación de la llamada Reconquista con la victoria en la guerra de Granada (1492). Sin embargo, la historiografía contemporánea se centra en destacar su reinado como una época de represión religiosa, simbolizada en la creación de la Inquisición española (1478), además de los especiales problemas de la población islámica y, por encima de todo, la nefasta expulsión de los judíos (1492; aquí puede leerse el edicto que la establece), que llevará a una profunda cultura de la sospecha y la denuncia. Para este blog interesa incidir en la aventura americana, conocida tradicionalmente como Descubrimiento de América, término hoy cuestionado por su parcialidad, proponiéndose otros como «encuentro entre dos mundos» [Fernández Herrero, 1992: 25]; pero esto se desarrollará en otra entrada independiente.
Después de la muerte de Fernando II de Aragón (1516, regente en solitario desde el fallecimiento de la Reina Isabel en 1504), la Casa de Austria une en Carlos I de España las coronas de Aragón, Castilla y Navarra; también fue, desde 1519, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico bajo el nombre de Carlos V. Esta última circunstancia, unida a la gran cantidad de territorios poseídos por el monarca, llevaron a una política exterior intensa, de orientación universalista, lo que provocó constantes enfrentamientos con Francia. Durante su reinado sucedieron las principales conquistas en América, especialmente las de Nueva España (Hernán Cortés) y Perú (Francisco Pizarro). Como los Reyes Católicos, defendió activamente el catolicismo, con más fuerza si cabe ante la aparición del protestantismo; en su persona concentraba además, en la práctica, el máximo poder religioso en sus territorios, gracias sobre todo a la implantación del pase regio. Su hijo, Felipe II (que reinó ente 1556 y 1598), prosiguió esta labor de defensa de la fe. Aumentó aún más la extensión del ya Imperio español (se puede ver en el mapa de más abajo), llegando a ser rey de Portugal desde 1580. Ejecutó gran cantidad de obras, como por ejemplo una importante red de caminos. Consolidó el sistema polisinodial de Consejos y estableció la Corte en Madrid de forma permanente. El monopolio sobre el comercio americano propició que el Imperio se convirtiera en la potencia europea más rica durante dos siglos. Sus guerras se asocian principalmente a la defensa del catolicismo (contra Francia o Inglaterra); la victoria quizá más importante fue la de la Liga Santa en la Batalla de Lepanto, lo que evitó que los otomanos se expandieran hacia Europa. En síntesis, este siglo XVI es el de la tensión constante entre la política interior de los reinos hispánicos y las aspiraciones (y realidades) imperiales.
El resto de la Historia Moderna de España sólo nos interesa aquí de forma todavía más breve, ya que el pensamiento utópico (y su práctica) alcanzó el máximo esplendor en el siglo XVI. Entre 1598 (Felipe III) y 1700 (Carlos II) el Imperio español entró en un declive progresivo, tanto económico como demográfico, perdiendo la mayor parte de su fuerza en Europa. La inestabilidad fue la norma, con frecuentes rebeliones en los reinos, si bien se pueden señalar como logros los proyectos reformistas de Felipe IV y Carlos II, así como la difuminación de las separaciones entre estamentos (la riqueza pasa a ser el mayor diferenciador social). En el siglo XVIII, con una fuerte crisis a todos los niveles (social, económica, política), llega la dinastía borbónica, regeneración monárquica que trajo consigo reformas que aspiraban a mejorar el equilibrio social, o al menos aparentar su mejora. Las ideas de la Ilustración fomentaron proyectos a veces casi utópicas, con la intención general de modernizar el país. La Edad Moderna en España se cierra con el reinado de Carlos IV (1788-1808), marcado por las complejas relaciones con la Francia revolucionaria y napoleónica, que llegó a ocupar España con el permiso del valido Manuel Godoy. Como consecuencia, se declara la Guerra de la Independencia Española (1808), que señala el comienzo de la Edad Contemporánea en nuestro país.
Deja un comentario