La falacia del viaje de ida y vuelta

 Imaginemos por un momento que tenemos una serie de datos consistente en una racha de partidos ganados por nuestro equipo de futbol favorito con algunos empates intercalados en la serie. Casi casi lo que ocurre actualmente con los dos principales equipos de la liga de futbol española, ¿verdad?. Pero insisto en que en este supuesto nuestro equipo ha ganado la mayoría de partidos y ha cosechado algún que otro empate.

 Ante esa situación alguien, aficionado o no al futbol, podría decir, con toda razón, que no hay ninguna prueba sobre la posibilidad de una derrota. Sin embargo, algún otro podría confundir la anterior afirmación con la que dice que existen pruebas de no posibilidad de una derrota. ¿Parece lo mismo, verdad? Pues la diferencia entre ambas afirmaciones es enorme y, sin embargo, puede parecer muy pequeña a la vista de la mente de cualquiera hasta el punto de que una puede sustituir a la otra. Esas dos afirmaciones no son intercambiables.

 Nassim Nicholas Taleb llama a esta confusión mental la falacia del viaje de ida y vuelta en su imprescindible libro El cisne negro (Ed. Paidós, 2008). Taleb lo explica con otra afirmación de consecuencias mucho más importantes para la sociedad que las rachas de victorias de nuestros Real Madrid C.F y F.C. Barcelona.

 Nos cuenta Taleb que muchas personas confunden la afirmación casi todos los terroristas son musulmanes con la de casi todos los musulmanes son terroristas. Si suponemos que lo primero es cierto, entonces tenemos que el 99% aproximadamente de los terroristas son musulmanes, lo cual es bastante factible. Si, además, sabemos que hay más de 1.000 millones de musulmanes y unos 10.000 terroristas, entonces lo anterior significa que alrededor del 0,00099% de los musulmanes son terroristas, cantidad bastante inferior que la que implica la segunda afirmación.

 Como siempre, la razón de la existencia de esta trampa mental está en nuestro cerebro inmaduro con respecto a la complejidad de la vida contemporánea. “Nuestra maquinaria mental deductiva, esa que empleamos en la vida cotidiana, no está hecha para un entorno complicado en el que una afirmación cambie de forma notable cuando su formulación en palabras se modifica ligeramente” (Taleb).  Las sutilezas de este tipo podrán marcar una amplia diferencia hoy en día, pero no en el entorno en el que nuestro cerebro evolucionó.

 Así, si un vendedor de productos perecederos observa que nunca le han puesto una denuncia por vender productos caducados (de lo cual se deduce que nunca antes el consumo de uno de sus productos caducados ha hecho daño a nadie) podría tratar de engañar a los clientes publicitando que “no existen pruebas de toxicidad de los productos cuando están caducados”, lo cual es cierto, pero la mente irracional del consumidor le puede llevar a comprar con total tranquilidad sin ni siquiera mirar la fecha de caducidad dado que confunde lo anterior con “existen pruebas de no toxicidad de los productos cuando están caducados”, lo cual no es cierto y puede hacer que algún comprador termine con una buena diarrea algún día.

Referencias:

Taleb, N.N. (2008): “El cisne negro”, Ed. Paidós.

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