Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar, es un idiota; quien no osa pensar es un cobarde.
En materia de gobierno todo cambio es sospechoso, aunque sea para mejorar.
El requisito del éxito es la prontitud en las decisiones.
La verdad es hija del tiempo, no de la autoridad.
Sin la amistad, el mundo es un desierto.
Una persona que quiere venganza guarda sus heridas abiertas.
La soberanía del hombre está oculta en la dimensión de sus conocimientos.
Quisiera vivir para estudiar, no estudiar para vivir.
La lectura hace al hombre completo; la conversación, ágil, y el escribir, preciso.
Los cocodrilos vierten lágrimas cuando devoran a sus víctimas. He ahí su sabiduría.
Los viajes son en la juventud una parte de educación y, en la vejez, una parte de experiencia.
La felicidad de los grandes consiste no en sentirse felices, sino en comprender cuan felices piensan otros que han de ser ello
La lógica, dado el mal uso que de ella se hace, vale más para estabilizar y perpetuar los errores cimentados sobre el terreno de las ideas vulgares, que para conducir al descubrimiento de la verdad.
El silencio es la virtud de los locos.
Las democracias suelen ser más tranquilas y están menos expuestas a la sedición que el régimen gobernado por una estirpe de nobles.
Mientras admiramos y exaltamos las facultades de la inteligencia humana, nos olvidamos de buscar sus verdaderos colaboradores.
La muerte es el menor de todos los males.
Un hombre no es más que lo que sabe.
Algunos libros son probados, otros devorados, poquísimos masticados y digeridos.
Es muy difícil hacer compatibles la política y la moral.