Es cierto que la ciencia y la tecnología constituyen elementos indispensables para el desarrollo de los países, pero también conlleva unas repercusiones sociales que es necesario conocer. Gobernantes, políticos e instituciones educativas suelen respaldar una imagen positiva de la ciencia en tanto que defienden que la adecuada producción de conocimiento científico contribuiría a la humanidad a comprender todo lo que ocurre a su alrededor. No obstante, es importante saber que la realidad presenta otra cara menos amable, más apocalíptica, porque las aplicaciones de la ciencia también pueden deteriorar – irreversiblemente – el medio ambiente, incluso dañar al mismo ser humano (como ocurrió con la muerte de Marie Curie tras estar años y años expuestas a la radioactividad).
En el actual estadio de modernización avanzada de las sociedades, se desvanece la visión de la tecnología como garante del control sobre el medio ambiente, de la innovación como sinónimo de progreso, abundancia y mejora en la calidad de vida, mientras que se van generando nueva clase de riesgos – atómicos, químicos y biogenéticos – a los que está expuesto tanto la población local como global. La ciencia y la tecnología, por tanto, no solo atañe a especialistas y gobernantes, sino a la sociedad en conjunto, pues los seres humanos interactuamos constantemente con objetos tecnológicos desencadenantes de riesgo. Además, la tecnociencia ha alterado los supuestos básicos de la vida natural, ha modificado los ciclos básicos de la naturaleza, por lo que afecta, en gran medida, a los seres humanos y comunidades bióticas con las que conviven.
A este respecto, cabe señalar que han proliferado los riesgos tecnológicos y las consecuencias sociales que han desembocado en la denominada sociedad del riesgo embarcados en pleno siglo XXI. En una de las páginas de este blog se ha destacado las consecuencias positivas del sector de la aviación sobre el turístico. No obstante, ambas industrias, especialmente la segunda, tiene efectos dañinos sobre el planeta, al ser el transporte aéreo turístico puro y duro productor del 8% del anhídrido carbónico global emitido por la humanidad (Organización Mundial del Turismo de Naciones Unidas, 2018). Han contribuido al calentamiento global, y por ende, a la aparición de una amenaza creciente tanto para las sociedades menos desarrolladas como para las sociedades industriales avanzadas. Se trata del problema del cambio climático, cuyos impactos negativos recaen sobre los sistemas naturales y sociales.
En ese estado de cosas, se hace indispensable conocer la percepción social que jóvenes, adultos y ancianos tienen acerca de la ciencia y la tecnología. Una forma de abordar dicho objetivo es a través de cuestionarios elaborados por la FECYT (Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología), por los que podemos conocer la valoración de los encuestados sobre algunos de los problemas más serios a los que se enfrenta la humanidad en su conjunto (el mencionado cambio climático y propagación de enfermedades infecciosas como la COVID – 19), incluso, la opinión sobre algunas aplicaciones concretas de la ciencia y la tecnología (robotización en el trabajo, cultivo de plantas modificadas genéticamente, energía nuclear, inteligencia artificial, etc.).
Vemos, por tanto, que los desarrollos científicos y tecnológicos están generando transformaciones tan rápidas y radicales que han desestabilizado traumáticamente entornos sociales y ambientales. Se hace necesario, entonces, la emergencia de los estudios de CTS, que cuestionen la supuesta neutralidad y supremacía racional de la ciencia y de la tecnología, y alerte de los graves impactos que se estaban derivando de éstas para la sociedad y el medio ambiente.