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Artículo de opinión. Derechos humanos

Derecho a una muerte digna.

El Tribunal Supremo italiano autorizó a la familia de Eluana Englaro a desconectar la sonda nasogástrica que mantiene con vida a ésta desde que, hace 18 años, sufriera un accidente que la mantiene en estado de coma vegetativo. Ante eso su gobierno trata de continuar con ese encarnizamiento que la mantiene con vida.

El derecho a una muerte digna en situaciones de sufrimiento y de carencia de los mínimos de calidad de vida debe ser reconocido e irrenunciable, sin que ninguna institución dispuesta a imponer a los demás su visión moral sobre asuntos que no le atañen, más allá de lo que pueda influirles en lo personal.

Mantener a una persona con vida de forma artificial, mediante lo que se llama “encarnizamiento terapeútico”, a pesar de que la ciencia médica es consciente de que esa persona nunca podrá sobrevivir sin ese eslabón que la mantiene con vida, aunque sin vivir, debe evitarse, obviando ciertos prejuicios morales que, lejos de favorecer al paciente, prolongan un sufrimiento inhumano.

En enero de 2007 escribí una reflexión personal en relación con la eutanasia en base, primero a su definición según el DRAE y su aplicación a casos reales que significaban un sufrimiento para la persona afectada por algún tipo de enfermedad terminal o una vida sin vida. Esa reflexión debe servir para el caso de Eluana ahora que el gobierno italiano, de forma irresponsable y llevados por un sectarismo fuera de lugar, trata de evitar que se aplique una resolución judicial, pasándose por el arco del triunfo la separación de poderes.

Utilizar vericuetos con apariencia legal para tratar de incumplir una resolución judicial es indigno de un demócrata, aunque habitual en los que se definen como liberales. Mantener con vida a una persona en estado vegetativo, con la seguridad de que nunca va a tener una mejora, una recuperación real, año tras año, es una forma de rebajar la dignidad de esa persona y de convertirla en víctima y prisionera de su propio cuerpo, como dice Carmen.


Publicado por José Carlos en Febrero 5, 2009

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