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Festival Internacional de Música Clásica de Salzburgo.

 

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LOS DISCAPACITADOS AL MARGEN EN EL FESTIVAL DE SALZBURGO.

El festival de música clásica de Salzburgo se celebra cada año, entre los meses de julio y agosto, de gran calidad y prestigio es mundialmente conocido por los amantes de la música clásica. A la sombra de Mozart, la ciudad se convierte en una fiesta en torno a la música; estrenos de operas, novedosos montajes, excelentes solistas, entre otros. Son varios los escenarios en los que se desarrolla la programación del festival, junto a la música autoridades, gente conocida, alfombras rojas, champagne, bombones, glamur y fotógrafos todos confluyen en una ceremonia de culto a la música. Pero no todo es tan perfecto, ni está tan organizado. Este año he asistido al festival de Salzburgo, y he comprobado que la organización de este evento, coloca a los discapacitados al margen, las entradas que se venden para personas en sillas de ruedas tienen un precio inferior, pero estas localidades están en los pasillos, es decir que se venden los lugares de paso como entradas, donde la visión del escenario es bastante precaria. Así en la sesión inaugural, con la opera Theodora en el Grosses Festspielhaus, habíamos cuatro personas en silla de ruedas que tuvimos que esperar a que entrará el último espectador y salir los primeros, por estar nuestras localidades, junto a la puerta de entrada en un lugar de paso. En la Domplatz que es la plaza de la catedral acondicionada con gradas y un escenario para las representaciones, en las esquinas de la primera fila, era el espacio reservado para los espectadores en sillas de ruedas, la visión era pésima. Por allí, pasaron autoridades, políticos, famosos, periodistas, pasando y mirando, como sí ese fuera el estado natural de las cosas; los lisiados de la corte en un rincón y los nobles exhibiéndose.

En la Europa civilizada del s. XXI, después de más de dos siglos de las revoluciones que proclamaron la igualdad de todos los ciudadanos, se siguen produciendo estas situaciones de injusticia. Las artes en general y la música en particular, no solo pueden ser un alegato estético, sino también ético a favor de una sociedad más justa, sin excluidos.

La organización del mundialmente conocido Festival de Salzburgo debe de corregir estas desigualdades y habilitar espacios en los auditorios, para que los discapacitados no sean espectadores a l margen del festival.

Gloria Lucena Fernández.