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Derechos humanos ¡YA!, nuestra muerte digna después.

DE LA DEPENDENCIA A LA AUTONOMÍA PERSONAL, DE LA “MUERTE DIGNA” A LA VIDA DIGNA

Centenares de sillas de ruedas llenaban la calle Atocha de Madrid con música marchosa, un montón de energía positiva y muchas ganas de protestar por la vulneración de los derechos de personas con “diversidad funcional”. Me quede impresionado y emocionado por conocer un liderazgo brillante y valiente, una estrategia colectiva que busca aliados y presión ante la dejadez temeraria de todos los estamentos de la administración. Centenares de familiares y amigos se juntaban en la fiesta por la igualdad y la justicia.

Exigen el cumplimiento de las leyes, reivindican la visibilidad ante la sociedad y rechazan que la diferencia física signifique marginación y discriminación. Hay una enorme brecha entre las medidas sociales pregonadas a los cuatro vientos (Ley de igualdad de oportunidades, Ley a favor de la accesibilidad y Ley de Dependencia), y la realidad diaria de insensibilidad institucional y jurídica. Critican la escasa aplicación de la “Ley de Dependencia”, que apenas llega a una pequeña minoría, y con servicios que sólo llegan para levantar a una persona de la cama por la mañana y para acostarla por la noche, cuando muchas personas necesitan un asistente personal. Fulminan a los ayuntamientos que permiten la ilegalidad masiva de la inaccesibilidad de tiendas, instituciones y calles céntricas bloqueadas por coches. Ponen el grito al cielo por la gran dificultad de poder viajar por las políticas de empresas como Renfe que solo reservan 1 o 2 plazas por cada tren para sillas de ruedas que no se pueden comprar por internet ni con descuento, de la escasez de taxis o autobuses a los cuales pueden subir. También es criticada la poca inserción en el mundo laboral. La lista de incumplimientos es interminable.

Pero sobretodo lo que piden muchos de los manifestantes, como mis amigos Patxi de Estepona y Vicente de Valencia, es la oportunidad de tener el máximo de autonomía personal para disfrutar de una vida digna. Esta polémica contiene el mensaje subyacente hiriente y falso de que no merece la pena vivir con una limitación física importante. En cambio, lo que mis amigos consideran más importante que la forma de morir, que por supuesto debe ser digna, es la posibilidad de primero disfrutar de “una vida digna” Según ellos las prácticas institucionales existentes perpetúan la dependencia de las personas con otra capacidad física y refuerza el sacrificio de las familias. Para muchas de las personas que se desplazan en una silla de rueda lo que quieren es la “independencia” para vivir, amar y crear. Se consideran los verdaderos “independentistas”. Tienen muchas ganas de vivir y les molesta que el debate público sobre la eutanasia o “la muerte digna” sea cuando más se habla de discapacitados en España.