Category: Política
¿Habrá creído el muy ladino que todos están dispuesto a hacer su camino?
Unas 20.000 personas dicen «no a la corrupción», exigen la dimisión del presidente valenciano y piden una urgente «renovación de la democracia»
Gran número de personas en la plaza de la Virgen, en Valencia, durante la manifestación "Per les víctimes de la corrupció". – EFE
TONI GARCÍA DE DIOS – Valencia – 01/11/2009 00:20
Una peculiar procesión recorrió ayer las calles de Valencia. Miles de personas recorrieron el centro de la ciudad con cirios para escenificar el "entierro de la democracia" por la actitud del presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, frente al caso Gürtel. En las primeras filas se pudo ver un ataúd, acompañado de dos cabezudos y una bandera a modo de cruz en la que se leía "Por las víctimas de la corrupción".
La manifestación arrancó con el grupo de tabal i dolçaina Estrella Roja de Benimaclet que interpretó la marcha Processó compuesta por Enric Gironés, seguido de la pancarta principal con el lema "No a la corrupción, Camps dimisión".
A continuación, diversos colectivos de la ciudad y de todo el País Valenciano, grupos políticos como El Bloc, Iniciativa y Esquerra Unida, portando su propia pancarta y miembros del PSOE valenciano que acudieron a título personal como el eurodiputado Andrés Perello o concejales de la corporación local, entre ellos, la portavoz en el ayuntamiento, Carmen Alborch, y el nuevo secretario del partido en la ciudad, Salva Brosetta.
Perelló apostó porque la sociedad sea quien acabe con la corrupción y "solucione la situación, si no seremos una sociedad enferma". Por su parte, Carmen Alborch emplazó a Camps a "escuchar la voz de la ciudadanía", y señaló que en el PP "no hay liderazgo, no lo tiene Mariano Rajoy, pero tampoco lo tiene Camps".
Durante el recorrido de la manifestación, de algo más de un kilómetro, el lema más coreado fue el que le pedía a Camps la dimisión. Además, hubo una importante participación de músicos que animaron la marcha e hicieron que la gente desde las aceras animase el recorrido.
Aunque hubo el habitual baile de cifras 2.200 personas para la policía local y 50.000 para la organización una vez que la cabecera había llegado hasta el final seguía saliendo gente desde la plaza de San Agustín. El número estimado de asistentes se acercaría así más a los 20.000, lo que la convierte en una de las concentraciones más numerosas que se recuerdan en la ciudad.
Recuperar la dignidad
La convocatoria había partido del Colectivo contra la Corrupción, que inició una campaña a través de la red social Face-book a la que se anotaron cerca de 13.000 personas. A la llegada de la manifestación a la plaza de la Virgen, varios grupos de batukada esperaban a los asistentes escenificando una auténtica fiesta "para buscar un futuro mejor y recuperar la dignidad del pueblo valenciano", según leyeron en un manifiesto los organizadores del acto. El Colectivo denunció que Camps "ha mentido públicamente, además de humillar a los valencianos con su continua negación y sus sonrisas".
Finalmente, reclamaron "con urgencia un cambio y una renovación de la democracia", porque la política es una dedicación digna que un grupo de políticos no tiene derecho a ensuciar". En ese momento, varias personas escenificaron la llegada de los implicados en la trama Gürtel a la boda de la hija de José María Aznar. La cabecera de la manifestación rodeó la plaza de Manises donde se ubica la sede de la Generalitat, y donde se dio por finalizada.
"En el PP la fiesta no se acaba nunca."
Ricardo Costa, parado
JOSE: Señor Camps, gracias por recibirme.
CAMPS: Las que tú tienes, chulazo.
J: Eh… Vale. Si le parece, empecemos hablando de sus trajes.
C: ¿Te gusta éste?
J: ¿Se lo han regalado?
C: Sí.
J: Entonces no me gusta.
C: ¿Prefieres que me lo quite?
J: No. Dígame, ¿por qué todo un President se vendería por unos trajes?
C: Ay, calla, maricón, no sabes qué disgusto traigo con eso. Pero todo mentira, ¿eh? Eso son los masones matafetos, que me tienen atragantaíto perdido. Además, no son unos trajes cualquiera. Son ingleses, mira qué finura de lana. Toca, toca.
J: No, gracias.
C: ¡Toca, maricón!
J: Que no. Y señor Camps, por favor, deje de llamarme maricón. No soy gay.
C: ¡Anda, ni yo! Qué cosas tienes, chulazo, de verdad…
J: Hablemos de Ricardo Costa. Usted dijo de él que era de su total confianza y, sin embargo, ha sido expulsado.
C: Ric es un amor de chaval. Yo le conocí en el Club de Pádel, porque somos muy aficionado los dos, dale que te dale a las pelotas.
J: Ya. President, ¿hasta dónde cree que llegarán las implicaciones por el caso Gürtel?
C: El caso Gürtel es un invento de los rojos para desviar la atención de lo que realmente importa a los españoles.
J: ¿Y qué es lo que realmente importa a los españoles?
C: Que más de mil niñas aborten cada día y que 20 millones de españoles estén en paro.
J: Con todos los respetos, President, ¿de dónde ha sacado esas cifras?
C: Me los ha dado una empresa de total confianza.
J: ¿Cómo se llama?
C: Orange Consulting.
J: Ya. Para acabar, me gustaría hacerle un breve test. Yo le digo una palabra y usted responde otra.
C: ¡Ay, qué divertido! Venga, empiezo yo: sodomía.
J: No, President, no me ha entendido. Yo digo una palabra y usted dice otra.
C: Ah, vale, entiendo. Sodomía.
J: No, eh… Empiezo yo, ¿le parece?
C: Vale.
J: A ver. Política.
C: Dinero.
J: Luna.
C: Urbanización.
J: Valencia.
C: Corralito.
J: Esperanza.
C: Implicada.
J: Muy bien, President, pues esto es todo.
C: Creías que me ibas a pillar, ¿eh? ¡Que soy muy listo yo!
J: Se le ve.
C: ¿Te apetece tomar algo ahora? Hay aquí cerca un garito, el Orange Pub, donde me dan horchata gratis.
J: No, gracias, señor Camps. He quedado.
C: Una pena. Cuando vuelvas a Valencia llama, ¿eh?
J: Palabra.
C: Sodomía.
J: Ya hemos acabado, President.
C: Ah, perdón.
14/10/2009 EDITORIAL
EDITORIAL:
‘La pelota vuelve a Rajoy’
La opinión del diario se expresa solo en los editoriales. Los artículos exponen posturas personales.
MÁS INFORMACIÓN
La indecisión que ha atenazado a Mariano Rajoy desde que estalló el caso Gürtel, la trama de corrupción ligada al PP, le está costando caro al líder de la oposición. Lo ocurrido ayer en Valencia, después de que la dirección nacional del PP forzara el viernes el cese de Ricardo Costa, es un auténtico desafío en el que Francisco Camps pasaba la pelota a Rajoy para que este tomara la decisión de apartar temporalmente a Costa –y hasta cuándo– si consideraba que su actuación merecía la apertura de un expediente.
Es decir, la dirección valenciana se lavaba las manos, que es como decir que no veía nada censurable en las acciones de Costa. El secretario general del PP valenciano había pedido antes que, si había dudas sobre él, se le abriera una investigación interna. Costa leyó un largo comunicado de siete folios en el que se negaba a dimitir, recordaba que no estaba imputado, rechazaba convertirse en un cabeza de turco, apelaba a los 106.000 militantes y a los mejores resultados electorales de la historia durante su mandato y reprochaba a la dirección nacional del PP que nadie le hubiera llamado para darle una explicación ni para pedirle ninguna aclaración sobre su actuación. De paso, dejaba a Rajoy por mentiroso al negar que desde Madrid se hubiese prohibido contratar con la trama.
Ante este pulso del PP valenciano con la dirección nacional, Rajoy se limitó anoche a citar a Costa para que se explique y a dar por hecha la suspensión temporal en sus cargos. Pero, además, ayer se le abrió otro frente en el Congreso cuando los diputados vascos salieron del hemiciclo para no tener que oponerse al blindaje del concierto económico, como había decidido el PP. Muchos retos a la vez para tan poca energía.
La Fiscalía General ha recurrido, como anunció, el archivo de la causa por los trajes y otros regalos de la Trama de corrupción en la que se ha visto envuelto el Gobierno de la Generalitat valenciana.
Los escándalos que afectan al PP
La fiscalía recurre el archivo del ‘caso Gürtel’
El ministerio público entiende que sí hubo delito de cohecho en el asunto de los trajes
Rajoy acusa a la fiscalía de actuar "con saña" contra el PP
LYDIA GARRIDO – Valencia – 01/10/2009
La Fiscalía Anticorrupción ha formalizado este jueves el recurso ante el Tribunal Supremo contra el archivo de la trama valenciana del caso Gürtel que dictó el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad (TSJCV). El ministerio público sustenta el recurso de casación en dos motivos: una interpretación errónea del artículo 426 del Código Penal, que recoge el cohecho pasivo impropio; y que la causa aún se estaba investigando y por tanto se ha hurtado un mayor conocimiento de los regalos que recibió Francisco Camps, presidente de la Generalitat valenciana, y otros tres altos cargos, así como las contrataciones de la administración autonómica con la empresa nuclear del entramado: Orange Market.
Auto por el que el Tribunal Superior de Justicia de Valencia archiva la causa por cohecho impropio contra Camps
DOCUMENTO (PDF – 279,5Kb) – 03-08-2009
La fiscalía pide al Tribunal Supremo que anule el auto en el que el tribunal presidido por el magistrado Juan Luis de la Rúa, al que Camps se refirió públicamente como "más que un amigo". La sala de Lo Civil y Penal del Tribunal valenciano consideró que no existía delito porque interpretó que era necesaria una relación de causalidad.
El artículo 426 del Código Penal considera delito la aceptación de dádivas o regalos por parte de cargo o funcionario público. Al presidente Camps, al secretario general de los populares valencianos, Ricardo Costa; a Víctor Campos, ex vicepresidente de la Generalitat valenciana; y a Rafael Betoret, ex jefe de gabinete de la consejería de Turismo, se les imputó por ello. Y el juez instructor, José Flors, consideró que existían indicios para continuar investigando.
Pero De la Rúa y José Francisco Ceres entendieron que no podía haber habido delito porque ninguno de los imputados tenía posibilidad de contraprestar a quien realizó los regalos. El tercer magistrado del tribunal, Juan Montero, emitió un voto particular en sentido contrario. Lo que sí firmaron los tres sin discusión fue la eliminación de la causa del informe de la policía que llegó un día antes del archivo y que recoge indicios de una posible financiación irregular del PP valenciano, en la que habría participado Orange Market.
La acusación popular, los socialistas valencianos, presentaron su recurso de casación en términos similares el pasado lunes.
"Saña contra el PP"
Conocida la decisión de la fiscalía de recurrir el archivo de la causa, el presidente del PP, Mariano Rajoy, ha acusado al ministerio público de "actuar con saña y absoluta diligencia" en los asuntos que afectan al PP, mientras que "mira para otro lado" en casos como el que afecta al vicepresidente tercero del Gobierno, Manuel Chaves. La fiscalía pidió el pasado martes al Supremo el archivo de la querella presentada por el PP contra Chaves por una supuesta concesión de 10 millones de euros, cuando presidía la Junta de Andalucía, a la empresa Matsa donde trabajaba su hija.
Para Rajoy, esto evidencia que "todos los españoles no son iguales ante la Ley", y ha asegurado que el recurso "está fuera de lugar". "Pero es una decisión que compete al Gobierno porque nombra al fiscal general del Estado y la fiscalía funciona jerárquicamente como todo el mundo sabe".
El secretario de Comunicación del partido, Esteban González Pons, acusó a la fiscalía a través de un comunicado de actuar a las órdenes del Gobierno y le pidió que investigue la actuación del ex director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) o el caso de Caja Castilla-La Mancha.
Patología democrática
La consulta expresa un
rechazo a los políticos
profesionales..
MÁS INFORMACIÓN: ‘Post festum, pestum’
MONTSERRAT Nebrera
PROFESORA DE DERECHO CONSTITUCIONAL (uic)
La principal enfermedad que sufre la democracia en España es su secuestro por los partidos políticos. Ya lo van notando los electores, que manifiestan como pueden su saturación de tanta discusión estéril (el sudado «pues mira que tú…» de cada adversario). La partitocrácia ofende la Constitución, que entiende los partidos como canal fundamental, pero no único, de la representación política y que los exige una estructura y un funcionamiento democráticos de los cuales todos sin excepción no disponen. Y como que llenarse la boca de Constitución está bien solamente si la mano izquierda, la derecha y el corazón también le son leales, la gente, que no es tonta aunque en parte esté adormecida, ha acabado por darse cuentan.
Pero, junto a la democracia indirecta que monopolizan los partidos, también hay la denominada democracia directa, y el referéndum es uno de los sedes principales ejemplos. Su patología es de origen: es especialmente usado por las fuerzas políticas menos democráticas, por el amplio margen de manipulación que permite la misma pregunta que se formula y por el hecho constatado que, excepto en Francia, con una cultura política más profunda y extensa que otras, este tipo de consultas habitualmente son ganadas por quienes las efectúa.
Pese a la patología natural del referéndum, los pescadores en aguas turbias y todos aquellos sinceramente afectados de cansancio cívico de pronto encuentran su paradójica oportunidad en aquel instrumento que Franco usaba por darse «baños de autoridad» (consulta, plebiscito y referéndum no son el mismo, pero ¿qué le importa a la gente?), Felipe González por disfrazar su desvergonzado (y comprensible) cambio de opinión sobre la OTAN, y Zapatero por hacernos creer que España estaba por una Europa que los franceses se encargaron de abortar, afortunadamente.
El alcalde de Arenys de Munt dice que es una consulta particular, pero va de micrófono en micrófono, en calidad de autoridad, explicándola. El cierto es que las cosas son el que parecen y entre todos (medios, partidos de aquí y de allá) hemos hecho que parezca un referéndum (o consulta o plebiscito, la distinción la hacen los que más dispuestos están a arremeter contra la Constitución…). Sobre todo porque los partidos, no lo suficiente contentos de tener secuestrada la participación indirecta, también vuelan aprovechar la fiestecita. Pues nada, a asumir la responsabilidad: la moción perdida por ERC al Prado, la modernidad de Xavier Trias, que sabe como es de inviable una cosa parecida en Barcelona, Anna Simó tildando de «tavernària» la bronca que recibió Puigcercós, los de más allá afirmando que la pregunta es ilegal. Y más claro no lo han podido decir los organizadores de la cosa: fuera políticos profesionales! Y el miedo irá invadiendo todas las formaciones políticas, sin ninguna excepción. ¿Dirán que la gente no hable? No servirá de nada. Si no fuera porque generará dolor, esperaría solamente con interés y no con preocupación qué será el desenlace.
NOTICIAS / LA SEXTA
Deconstruyendo a Esperanza Aguirre
La Presidenta les dijo ayer a los periodistas que el otro día aceptó unas cerezas y le dio miedo que, por eso, le fueran a implicar en la Gürtel. Era una broma, el clásico chascarrillo Aguirre. Que tiene mucha más gracia si se piensa en la colección de bolsos para Louis Vuitton diseñada por Murakami en 2005 con estampado de cerezas. Gran puntería la de ‘Espe’ al escupir el hueso.
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OPINIÓN ARTICULOS
Lo que no es política
04.09.2009 –
CARMEN SANJURJO GONZÁLEZ SENADORA SOCIALISTA POR ASTURIAS
En muchas ocasiones, quienes estamos en política nos lamentamos de la desafección que manifiestan muchas personas sobre la misma. Porque para nosotros la dedicación a la ‘res publica’ constituye una de las más nobles ocupaciones del ser humano y supone un esfuerzo personal importante. Sin duda, todos los partidos y todas las personas que participamos del debate político deberíamos mejorar en aspectos como el compromiso, la coherencia y la comunicación políticas, y deberíamos esforzarnos cada día por atender más y mejor los problemas de nuestra sociedad.
A esta circunstancia general se viene sumando en las últimas semanas la actitud de la derecha española, que impúdicamente exhibe un comportamiento profundamente antidemocrático, lo que obviamente contribuye al alejamiento y falta de credibilidad de la ciudadanía con respecto a la política. Analicemos algunos hechos recientes que ponen en evidencia lo que, a mi juicio, nunca debería pasar en política:
La obstaculización flagrante al acceso de Leire Pajín a su escaño como senadora por la comunidad autónoma de Valencia, que supone desde hace meses la pérdida de un voto correspondiente al grupo socialista en esta Cámara. El comportamiento del PP en este asunto rompe, por primera vez en la historia de la democracia española, el pacto entre partidos que ha funcionado desde el inicio de la Transición para la elección de los senadores y senadoras de designación autonómica.
La presencia de Luis Bárcenas aún como senador en la Cámara Alta tras ser imputado en el ‘caso Gürtel’ y haber dimitido por tal circunstancia de la dirección del PP.
La cadena de acusaciones sin pruebas al Gobierno de España, la Judicatura, las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado sobre una supuesta trama de espionaje al PP que, iniciada por su secretaria general, se ha continuado y ratificado por otros destacados integrantes del PP hasta fechas muy recientes.
Y hasta Rajoy ha manifestado públicamente que durante el próximo otoño insistirán en el argumento de las escuchas ilegales a los y las militantes de la organización que dirige. Con ello, vuelven a su clásica estrategia de repetición de la mentira para, cuando menos, sembrar dudas entre la ciudadanía sobre la credibilidad del Gobierno y de las instituciones democráticas. Parece que no son conscientes del enorme daño que causan a la vida política y la democracia españolas.
En mi opinión, esto no es hacer política, no es construir la democracia que todos los partidos debemos preservar y enriquecer, no es hacer el juego limpio que, por otra parte, exigimos a los demás miembros de la sociedad. En democracia, la oposición es imprescindible para el control del Ejecutivo y, además, debe orientarse a la búsqueda conjunta de soluciones a los problemas sociales.
Estoy convencida de que si este fuese el contexto en el que se desarrollase la vida política de nuestro país, la ciudadanía valoraría de manera mucho más positiva la política y el trabajo de quienes nos implicamos de manera activa en ella.
¡¡¡Camps, fot el camp!!!
ANÁLISIS
Cuestión de dignidad
Después de que dos magistraturas, la Audiencia Nacional y el TSJ, hayan visto indicios de delito en el caso de los trajes, Camps debería defender su inocencia sin el manto de presidente de la Generalitat.
JUAN R. GIL
Francisco Camps se convirtió ayer en el primer presidente de la Generalitat Valenciana llamado a declarar como imputado por el Tribunal Superior de Justicia en relación a un presunto caso de corrupción. Sin duda, es la noticia más grave desde que en 1983 se celebraron los primeros comicios para constituir las Cortes de esta nueva etapa democrática y que sus diputados eligieran un jefe del Consell. Más de un cuarto de siglo después, el Gobierno autonómico vive su peor momento. Ni cuando Rafael Blasco fue sometido a escuchas y acusado de obtener beneficios de planes urbanísticos siendo el socialista Joan Lerma presidente, ni cuando Luis Fernando Cartagena fue imputado por quedarse con dinero de unas monjas y eludir al Fisco con cuentas opacas bajo el mandato de Eduardo Zaplana, la Generalitat Valenciana se había visto en una situación tan lastimosa.
El presidente Camps ha venido defendiendo su inocencia desde que se conoció que una investigación más amplia del juez Garzón sobre una trama de corrupción había puesto sobre la mesa, entre otros, su nombre. Tantas veces como Camps ha negado cualquier relación con los principales actores de esa red de tráfico de favores e influencias o con sus empresas, tantas veces como lo ha desmentido, digo, la contundencia de los datos le ha dejado en evidencia. Rasgarse las vestiduras porque diariamente el sumario, supuestamente secreto, se haya ido filtrando, puede ser humanamente comprensible, políticamente razonable y jurídicamente conveniente. Pero en todo caso no desvirtúa los hechos. Camps fue acusado de recibir regalos de una sociedad llamada Orange Market, gestionada por un personaje de mal nombre «Bigotes». El presidente negó, nada menos que bajo el artesonado del Palau la primera vez, y en sede parlamentaria las siguientes, haber aceptado los trajes que se decía que le habían dado, así como conocer ni al Bigotes ni a su empresa. Pero en el curso de la investigación de este lamentable asunto han aparecido facturas y apuntes contables que indican que los trajes fueron encargados, realizados, regalados y recibidos; conversaciones que muestran, más allá del ridículo tono en que se desenvuelven los interlocutores, que Camps no sólo conocía al Bigotes, sino que éste era su «amiguito del alma»; y contratos que prueban que desde que Camps llegó a la presidencia de la Generalitat el Consell ha estado contratando con Orange Market todo tipo de trabajos, en su mayor parte burlando las disposiciones legales que rigen este tipo de adjudicaciones y convirtiéndose, en la práctica, en la principal fuente de ingresos y motivo mismo de la existencia de la citada empresa, a la que de momento se le han contabilizado más de ocho millones de euros de ingresos procedentes del Gobierno autonómico. Ninguna, y créanme si les digo que no es plato de gusto referirse así a un presidente elegido en las urnas por una mayoría de los ciudadanos de esta Comunidad, ninguna de sus afirmaciones en este caso se ha sostenido en pie más de un día. Baste, como último ejemplo de los muchos que podrían citarse, la imagen de Camps asegurando en las Cortes que estaba «loco» por comparecer ante el tribunal y poder explicarse: menos de 24 horas después se conoció que lo que en realidad había hecho era presentar un recurso para que se declararan nulas todas las actuaciones y, por tanto, se diera carpetazo sin más al asunto.
Todo lo contrario. Si Camps dijo también un día en el Parlamento que este caso iba a ser largo, se ha encontrado con la sorpresa de que va tan rápido que le va a obligar a declarar a las puertas mismas de una campaña electoral, tal como hace ya una semana adelantó en estas mismas páginas mi compañera Mercedes Gallego. Si el PP alardeaba en su día, y no precisamente en voz baja, de que el TSJ estaba bajo su influencia e iba a archivar sin más el sumario, lo que ha ocurrido es lo que no se esperaban: que los magistrados, encabezados por el ponente, José Flors, se han tomado en serio la investigación y han decidido avanzar en ella. Cuál sea el resultado final, aún se desconoce. Pero hoy por hoy, si Camps está en sus horas más bajas, hay que reconocer que el crédito del TSJ está, por contra, en su punto más alto.
Se había escrito aquí, ya hace tiempo, que la situación del presidente era insostenible. Desde ayer, más que insostenible es imposible. El máximo representante de los ciudadanos no puede ser alguien bajo sospecha, sometido a investigación y que va a tener que soportar el interrogatorio de un juez. Pero es que, y eso es lo sustancial, la imputación se produce después de que dos magistraturas tan distintas como distantes, el juez Garzón de la Audiencia Nacional, primero, y la sala de lo Penal y lo Civil del Tribunal Superior de Valencia, después, hayan concluido que de las pruebas aportadas por los investigadores se deducen indicios suficientes de delito en la actuación no sólo del presidente de la Generalitat, sino también de su mano derecha, número dos del PP en esta Comunidad y portavoz del partido del gobierno en las Cortes, Ricardo Costa.
Políticos y periodistas utilizamos sin sentido alguno de la medida el calificativo de «histórico», aplicado las más de las veces a situaciones que ni por asomo merecerían definirse así. La decisión del TSJ, primero no archivando la denuncia contra Camps y ayer citándolo a declarar como imputado sí que es, en el más estricto sentido del término, histórica. Y a una decisión histórica sólo puede responderse con otra que esté a su altura. Camps mismo apeló, cuando comenzó este proceso, a la dignidad y el honor de la institución que preside. Llegados a este punto sólo le queda aplicarse el cuento y por la dignidad, el honor, el buen nombre y el respeto que la Generalitat se merece, presentar de inmediato su renuncia al cargo.
¿Qué doctrina debe aplicar ahora el PP a Camps?
- Francisco Camps ha sido imputado por el TSJV y tendrá que declarar el 19 de mayo
- El Partido Popular alabó a los militantes que dimitieron tras ser imputados
- De momento, se puede hablar de tres raseros: el de alcaldes, diputados y presidentes
- Los ‘populares’ han manifestado su apoyo a Camps y piensan mantener su militancia
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Finalmente, el juez del Tribunal Superior de Justicia de Valencia que lleva el ‘Caso Gürtel‘ ha decidido imputar al presidente de la comunidad, Francisco Camps, junto al número dos regional, Ricardo Costa, y otros cargos del Partido Popular valenciano. El presidente tendrá que declarar el próximo 19 de mayo para explicar su presunta relación con la trama de corrupción liderada por Francisco Correa, de la que pudo haber recibido miles de euros en trajes a cambio de contratos. Pero antes deberían responderse algunos interrogantes: ¿debe dimitir Camps? ¿Cuál debería ser la reacción del partido?
Finalmente imputado.
Desde luego, tras la imputación de hoy, el debate sobre la pertinencia de su dimisión se agudizado de forma notable, y ya llueven las voces políticas que exigen su abandono del cargo. Y es que se han derrumbado de golpe los dos principales argumentos que los ‘populares’ utilizaban para defender la inocencia del dirigente territorial.
- Por un lado, el Partido Popular consideraba que la instrucción no era más que una persecución del juez Garzón, como ya hizo notar en su día Soraya Sáenz de Santamaría, al poner “en cuarentena cualquier decisión de este juez”. Pues bien, ahora el Partido Popular cuenta con una segunda opinión, la cual confirma, en forma de imputación, los males que ya diagnosticó el titular del juzgado número cinco de instrucción de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón.
- Por otro lado, la secretaria general del grupo, María Dolores de Cospedal, mostraba su apoyo en marzo al presidente valenciano afirmando que “todavía no ha sido imputado”. Pues bien, ¿qué dirá ahora De Cospedal tras la decisión de hoy?
Desde el día en que estalló el ‘Caso Gürtel’ hay una afirmación que se ha repetido por activa y por pasiva: la lógica de la política no es la misma que la lógica de la Justicia. Por ejemplo, lo dijo el ministro Caamaño en una reciente comparecencia: “Los tiempos de la Justicia no son los de la política. Mientras la primera se mueve por la lógica de la razonabilidad, la segunda lo hace por el principio de la oportunidad“.
Precisamente, esa lógica de la oportunidad se ha mostrado bien laxa con las diferentes respuestas del PP ante el goteo de imputaciones del ‘Caso Gürtel’. ¡Ojalá existiera un manual en el que se recogieran todos los posibles casos y el precio político asociado a ellas, como un Código Penal dirigido a sospechosos de corrupción! Pero, desde luego, a la luz de las decisiones políticas que se han derivado del ‘Caso Gürtel’ se percibe mucha improvisación, lo que ha desatado la sospecha de que existe un doble rasero en el seno del Partido Popular.
¿Cuántos raseros existen?
De todos los nombres que han salido a la luz desde que el juez Garzón abriera fuego, las reacciones han sido de lo más variopinto. Sin contar a quienes en el momento del estallido de la Gürtel ya habían abandonado su cargo, éstas son las diferentes reacciones del Partido Popular con respecto a quienes la operación salpicó en pleno ejercicio de sus cargos.
- La doctrina de los alcaldes
Por ejemplo, cuando el juez Garzón se inhibió en la operación Gürtel en favor del TSJ de Madrid imputó a dos personas que ostentaban en ese momento el cargo de alcaldes: Ginés López, en Arganda, y Jesús Sepúlveda, en Pozuelo. Ambos presentaron su dimisión de forma inmediata y suspendieron voluntariamente su militancia en el Partido Popular, a pesar de que negaron su participación en los hechos. Entonces, María Dolores de Cospedal alabó su decisión al haber antepuesto, según ella, el interés de sus municipios a sus “circunstancias personales”. La secretaria general añadió que esa decisión fue “especialmente generosa”.
- La doctrina de los diputados
Dada la condición de aforados de los diputados de la Asamblea de Madrid el juez Garzón no pudo imputar a Martín Vasco, López Viejo y Alfonso Bosch, a pesar de haber hallado indicios contra ellos. Sin embargo, una vez que el caso llegó a los Tribunales Superiores, el juez Antonio Pereira imputó a los tres diputados madrileños. En ese momento, el Comité de Derechos y Garantías del Partido Popular suspendió de militancia a todos ellos, aunque los tres implicados mantienen su acta de diputado, ya que, según sostienen los ‘populares’, las actas son personales y no pertenecen al partido, por lo que son ellos mismos quienes han de tomar la decisión. Eso sí, Martín Vasco dimitió como portavoz adjunto del partido a raíz de la imputación, mientras que López Viejo dejó su cargo de consejero de Deportes en febrero, justo al estallar el ‘Caso Gürtel’ y antes de que se conociera con exactitud su implicación en la operación.
Garzón, en las pasadas Fallas de Valencia.
- Y ahora, la doctrina Camps
De momento, el Partido Popular ha respondido a la imputación con un comunicado en el que hace una defensa a ultranza de Camps. Además, los ‘populares’ se afanan en hallar una lectura positiva al asunto: “La citación supone acabar con la situación de indefensión que han padecido en los últimos meses y les permitirá demostrar su inocencia en el foro adecuado”, aseguran. En la misma línea, fuentes ‘populares’ han asegurado a Europa Press que no han pensado suspender la militancia a los implicados, ya que su situación no es comparable con la de los diputados autonómicos de Madrid. Esteban González Pons, por su parte, ha defendido la inocencia de su compañero y ha afirmado que la gravedad de las acciones “es como mínimo opinable”. Esto conduce a una nueva reflexión: ¿Lo verdaderamente importante es la cuantía económica o el hecho en sí de haber cometido un delito, por pequeño que sea?
No se trata del primer presidente autonómico que resulta imputado en un proceso judicial. Juan José Ibarretxe (PNV), Jaime Ignacio del Burgo (UCD), Demetrio Madrid (PSOE) o Gabriel Cañellas (PP) fueron imputados en su día y en sus respectivas comunidades, si bien al final todos ellos fueron absueltos, según recuerda Efe.
Sin embargo, otros dirigentes autonómicos salieron culpables de sus respectivas imputaciones. Como Gabriel Urralburu, que fue presidente de Navarra entre 1984 y 1991, y se convirtió en el primer presidente regional encarcelado (aunque su condena llegó una vez que había abandonado el cargo). José Marco (presidente de Aragón) y Juan Hormaechea (presidente de Cantabria) corrieron una suerte similar.
Si el Partido Popular quisiera defender a ultranza la inocencia de Camps, podría escudarse en los mencionados casos en los que los imputados finalmente fueron absueltos. Aunque también podría escudarse en aspectos procesales, afirmando que cabría aguantar algo más y esperar a que Camps sea procesado, que significa llevar su implicación un paso más allá de la mera imputación. Concretamente, el Tribunal Constitucional considera como imputado “a toda persona a quien se le atribuya, más o menos fundadamente, un acto punible”. Mientras, la Ley de Enjuiciamiento Criminal considera que una persona puede ser procesada si, como consecuencia de las diligencias practicadas, en el sumario aparecen “indicios racionales de criminalidad contra determinada persona”.
Otra opción, del todo contraria, sería que Camps se aplicara el mismo cuento que los dimitidos alcaldes de Arganda y Pozuelo (ése que alababa De Cospedal). O que el partido le aplicara el mismo rasero que a los diputados madrileños, cuya militancia fue suspendida. ¿Qué deberían hacer Camps y su partido?