Salud Publica en Alicante
Las calles, casi durante todo el año, estaban cubiertas de polvo, que levantaban el viento y el continuo discurrir de los carros y animales de tiro, y el resto del año estaban repletas de barro y lodo, producidos por la lluvia e, incluso, por las aguas sucias que arrojaban los vecinos. Las calles, además, no tenían pavimento ni estaban empedradas, lo que dificultaba su limpieza; únicamente se había levantado a lo largo de las fachadas unas aceras, a veces, incluso, de forma discontinua. Esas calles sucias y polvorientas, además, estaban llenas de malos olores a causa de las suciedades e inmundicias que se arrojaban desde el interior de las viviendas, el estiércol que depositaban en las calles los animales de tiro y los domésticos, y a causa de la existencia de cuadras, establos y basureros dentro de la ciudad. Las calles sucias y malolientes, a causa de la temperatura agradable y de la humedad de la ciudad, eran un excelente criadero de moscas, que podían transmitir todo tipo de enfermedades e infecciones. Alicante, por lo tanto, no sólo era una ciudad sucia sino también insana. Las autoridades municipales se ocuparon con cierta reiteración de la limpieza y del estado sanitario de la ciudad, dirigiéndose a los vecinos mediante bandos, poco efectivos, si se tiene en cuenta la continua repetición de los mismos