Como ya he dicho en la entrada anterior, la responsabilidad de dar la educación necesaria tenían las iglesias. Las iglesias tenían dinero, y por eso podían pagar a un maestro (muchas veces un clérigo) por dar clases. Tradicionalmente, estas escuelas solo existían para los infantes y la nobleza, pero en el siglo XVI esto empezó a cambiar.
Realmente, muchas iglesias no hacían suficiente para la educación de niños con los recursos que tenían. Ni los dominicos, franciscanos, o agustinos hacían mucho para la educación de niños – o no más de que habían hecho anteriormente. Había una congregación religiosa que aceptó la responsabilidad de esta educación durante la segunda mitad del siglo XVI: la Compañía de Jesús. En las escuelas parroquiales, la enseñanza del canto, de la música, y de la doctrina cristiana era muy importante. También en el currículo apareció lectura, escritura, y otras cosas – parecidos a los asignaturas de hoy en día (pero mucho más rudimentario).
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