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La vida de los tercios

LA VIDA DE LOS TERCIOS

Los tercios eran nómadas, que se trasladan de un lugar a otro para combatir. En Flandes, las provincias rebeldes formaban una especie de media luna, a lo largo de la costa. Mientras que las leales se extendían a su alrededor. Las tropas presentaban un continuo movimiento. Esto significaba que las marchas fuesen un aspecto importante en la vida de un tercio. Siguiendo las instrucciones del maestre de campo, recorrían el territorio. Durante la primera media milla  el maestre de campo y el sargento iban a caballo. Los demás oficiales caminaban junto a sus hombres. Las tropas iban en silencio, a toque de tambor. Más adelante, se relajaba la disciplina. Entres la última compañía de arcabuceros y el grueso, iban las mujeres y el bagaje. Se podría dejar el bagaje y así el tercio se convertía en pura máquina de guerra. Durante la marcha se hacía altos, en lugares con agua para que pueda descansar la tropa y reponer. Al llegar al puto de destino, los tercios formaban un escuadrón.

Se daba gran importancia a la ceremonia de montar la guardia, no solo por motivos de seguridad, sino porque se la consideraba una especie de ejercicio. El relevo, se tenía que hacer una hora antes de anochecer, para que los soldados que empezaban su servicio hubieran tenido tiempo de haber cenado, y para que pudieran hacerlo los que lo terminaban.