A partir de estos momentos (de esta primera Batalla de Olmedo), se constituye frente al monarca castellano una liga nobiliaria

Esta liga nobiliaria que se constituye es dirigida por el arzobispo de Toledo (Alonso Carrillo). A esta liga, incluso el antiguo favorito de Enrique IV adhiere: es el marqués de Villena. No obstante, la familia de los Mendoza se queda fiel al monarca, pero era de lo menos. Entonces, los rebeldes quitan a la efigie la corona a lo largo de una ceremonia que tiene lugar en las afueras de Ávila en 1465. Cabe añadir el testimonio del cronista Enríquez del Castillo que dice “[…] mandaron hacer un cadahalso fuera de la cibdad en un grand llano, y encima del cadahalso pusieron una estatua asentada en una silla, que descian representar la persona del Rey, la qual estaba cubierta de luto…”

Los nobles rebeldes leen un discurso en la que acusan al rey de cuatro cosas: “Que por la primera, merescia perder la dignidad Real (Don Alfonso Carrillo le quita la corona). Por la segunda, que merescia perder la administración de la justicia (Don Álvaro de Zúñiga, o sea el Conde de Plasencia, le quita el estoque que tenía delante). Por la tercera, que merescia perder la gobernación del reino (Don Rodrigo Pimentel, conde de Benavente, le quita el bastón que tenía en la mano). Por la cuarta, que merescia perder el trono y el asentamiento de rey (Don Diego López de Zúñiga derriba la estatua de la silla en que estaba).

En su lugar, los rebeldes proclaman rey de Castilla a Alfonso, hermano del monarca depuesto. Y al mismo tiempo, se difunde el rumor de que la heredera al trono (Juana) no es hija de Enrique IV sino que es hija de su nuevo favorito Beltrán de la Cueva. A pesar de todo eso, el monarca puede reaccionar en la segunda batalla de Olmedo en 1467.


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