Las personas constantemente tomamos decisiones acerca de aquello que creemos que es verdadero en distintos aspectos de nuestras vidas.
En principio, y aunque todo el mundo está de acuerdo en preferir creer lo que es verdad, con frecuencia discrepamos sobre lo que es verdadero en casos particulares.
Si bien muchas de nuestras “convicciones” fundamentales sobre el mundo que nos rodea las adquirimos de cualquier forma, en lugar de mediante el uso de la razón, todos reconocemos que nuestras “creencias” sobre el mundo y los hechos que acontecen en él están de algún modo ligadas.
Ejemplos:
Si yo creo que todos los “elefantes” son mamíferos y que todos los mamíferos son seres racionales, entonces para mí tendría sentido suponer que todas los “elefantes“ son seres racionales. En este caso, incluso quien (acertadamente) discrepara con mi comprensión de las clasificaciones biológicas podría apreciar la forma “consistente” y “razonable” en que he utilizado mis creencias erróneas como base sobre la que establecer nuevas creencias.
Por otra parte, si llego a la conclusión de que Alonso Quijano es español porque creo que Alonso Quijano es un personaje de José Zorrilla, y que algunos españoles son personajes de José Zorrilla, entonces incluso alguien que pueda estar de acuerdo con mi “conclusión” me reporchará no haber dado buenas razones para apoyar esta.
En conclusión, podemos estar de acuerdo con el camino que sigue un “razonamiento” aunque discrepemos de sus puntos de partida y de llegada.
Es decir, es posible distinguir entre aquellos razonamientos válidos de los invalidos, y ello independientemente de que estemos o no de acuerdo con el contenido que expresen dichos razonamientos. Dicho de forma muy simple, la lógica es la disciplina que estudia esta distinción determinando las condiciones bajo las cuales la verdad de ciertas creencias conduce con certeza a la verdad de alguna otra creencia.
La lógica estudia, pues, los “principios de los razonamientos correctos”.
Hay que apresurarse a señalar que la lógica NO garantiza, en modo alguno, que siempre lleguemos a conclusiones verdaderas, ya que, a veces, las creencias de las que partimos son erróneas (como suponer que todos los mamíferos son seres racionales, en el ejemplo anterior).
Lo que sí llega a garantizar la lógica es que siguiendo los principios de los razonamientos correctos, no surgan otros errores aparte de los derivados de la posible falsedad de los conocimientos que sustancian nuestros razonamientos.