El continuo debate que cada día se da tanto en el ámbito académico como en el de las personas normales respecto de la autenticidad de las reliquias católicas es conocido de sobra. Pero lo que no sabemos es los propios debates que se dan en el seno de la propia Iglesia Católica. Un debate que nos afecta a Alicante como ciudad es la verificación o no de la reliquia de la Santa Faz, cosa que se da por buena en la iglesia pero que sorprendentemente no fue así siempre y que hace plantearse realmente al ciudadano de a pie, sobre todo al creyente, sobre la veracidad de tan adorada reliquia. No hace tanto tiempo se generó un debate entre clérigos y el propio Papa que removería la concepción tradicional de los alicantinos respecto de la Santa Faz. El caso es que el culto oficial a la Santa Faz había sido aceptado e impuesto en tiempos del Papa Clemente VII por concesión “Viva Vocis Oraculo”, pero años después alrededor de 1631 el Papa Urbano VIII abolió todas las concesiones que no se habían llevado a cabo mediante firma papal, quedando la Santa Faz de Alicante desprovista de su privilegio y aceptación oficial dentro de la Iglesia Católica. A pesar de ello la tradición sigue viva y el culto a la imagen no se olvida, además el monasterio siguió con el rezo haciendo oídos sordos del designio papal. Pero la polémica no quedará ahí, en 1760 la elección como predicador para el segundo día de rogativas del jesuita José Fabiani hará encolerizar a las demás órdenes desatándose una guerra de desacreditación sobre los jesuitas que dañará la veracidad de la reliquia, no por honor a la verdad, sino como daño colateral de esa propaganda antijesuítica. José Fabiani en su discurso como predicador de este culto lo dedicó a la exaltación de la reliquia como auténtica, ya que circulaba que era copia de la de Roma, esta si considerada como la verdadera. Su discurso llegará a numerosos clérigos enfrentados con la Compañía de Jesús y desencadenará una batalla dialéctica e ilustrada con Agustín Sales, cronista de la ciudad de Valencia y del monasterio de la Santísima Trinidad de esa ciudad. Gregorio Mayans sorprendido e intrigado del discurso de Fabiani mandará a Sales a hacer una crítica del mismo, cuya contestación no fue otra que la de un disparate restando veracidad a la Santa Faz y dejándola como una simple copia si cabe. Lo paradójico es que Sales consideraba a la de Roma como verdadera y Mayans dudaba de todas, lo que desencadenó también la discrepancia entre ambos: “Se ha explicado Vmd en su carta con exquisita erudición i mu i
maduro juicio. Únicamente dissiento en que pienso que en el
mundo no ai Santa Faz que sea verdadera efigie de Jesú Christo
Señor Nuestro. Porque San Agustín nos dejó escrito, que en su
tiempo no avía efigie alguna verdadera de Jesú Christo ni de los
apóstoles conservada desde el principio ¿de donde se prueva pues,
que alguna es verdadera?. Primeramente, es inverosímil que
nuestro Redentor se limpiase su sagrado rostro de manera que la
efigie saliese entera. Esto no es modo de limpiarse el sudor.”
Los enfrentamientos continuarían entre Fabiani y Sales hasta que al fin los jesuitas fueron expulsados en 1767. Durante el transcurso del debate Fabiani dedicará sus esfuerzos a la autentificación de la reliquia amparándose en la existencia de la Verónica, (mujer que limpió la cara a Cristo) y que sorprendentemente no era algo aceptado por todos ya que el propio Sales o Mayans pensaban que el nombre Verónica era una tergiversación de “Vero Icono” aludiendo al rostro de Jesús recogido en ese pañuelo. Además de esto la mayoría de las órdenes siguieron pensando que era una copia del original de Roma y no un pliegue diferente como defendía Fabiani. En definitiva una sorprendente historia de como algo que una ciudad entera, al menos los católicos, dan por verdadera puede que en sus albores no fuera tan cierta para todos, una trama de intereses políticos dentro de la Iglesia.