La oligarquía de las villas se nutría de un preciso y heterogéneo grupo constituido por ciudadanos, prohombres y miembros de la pequeña nobleza de caballeros, generosos y donceles. Estos nobles disfrutaban en general de exenciones fiscales a excepción de tasas como: coronatge, maridatge o el morabatí. Algunos de ellos se convirtieron con la compra de villas y lugares en señores feudales.
El estado de ciudadano no estaba tan bien definido como el nobiliar. La consideración de ciudadano honrado denotaba una cierta preeminencia dentro del estamento plebeyo, derivada de su dedicación a las magistraturas locales y su no participación en trabajos manuales.
La nobleza, aunque fuese pequeña, era muy rara de hallarla durante el siglo XVI en nuestra comarca. Según la relación del maridatge de 1528 era casi inexistente, salvo casos puntuales.
Los ciudadanos eran más numerosos, pero están incluidos en la relación en el epígrafe general de pecheros con lo que resulta imposible distinguirlos de la plebe común, compuesta por labradores, jornaleros, artesanos…
Como pobres se reconocía a todos aquellos vecinos que no tenían medios para sostenerse y estaban autorizados por los oficiales a pedir limosna o acudir a los fondos para pobres de las respectivas parroquias. Su número sería seguramente mayor, puesto que no se cuenta con los vagabundos o lo pobres no avecindados.
Por debajo de todos ellos y privados de cualquier reconocimiento jurídico, los esclavos ocupaban la más ínfima condición social. En el siglo XVI, una vez terminada la guerra de reconquista contra los musulmanes, el tráfico de esclavos en Valencia entró dentro del sistema mercantil impuesto en el Mediterráneo. La comarca se convirtió en zona de paso del tráfico esclavista por el interior, entre el sur del reino y la ciudad de Valencia, y a partir del siglo XVI, en uno de los mercados de esclavos más activos de la parte meridional valenciana.
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