Todos los avatares de la población del término municipal de Castellón se encuentran profundamente marcados por el hecho histórico de la conquista por Jaime I en el siglo XIII y los problemas de repoblación. La villa, junto con la de Villarreal y Nules, es prácticamente de nueva fundación y sus habitantes cristianos viejos; pero se ven afectadas de forma muy estrecha por las poblaciones vecinas donde permanecieron importantes contingentes de mudéjares –después convertidos al cristianismo– que se relacionaron con ellas social y económicamente: Borriol, Batxí, Onda, Artana, La Vilavella, La Vall d’Uixó… Sobre estos aspectos estructurales actuarán diversos matices, desde la decisión política que determinó la expulsión de los moriscos, hasta el inevitable y duro azote de las epidemias.
La trayectoria de la población en general es de signo ascendente si se observa con una perspectiva secular, aunque sí que experimenta bajadas coincidiendo con determinadas ocasiones. Durante el siglo XV, por ejemplo, con motivo de las repetidas pestes y de la emigración hacia la ciudad de Valencia, la población experimentó un descenso de aproximadamente la mitad, pasando de unos 972 fuegos en 1415 a 484 en el año de 1499.
La tendencia se invierte durante el siglo XVI. Las cifras muestran un aumento de alrededor del 100%, partiendo de unos 514 fuegos en 1510 y llegando hasta los 1.304 en 1596. Es una tendencia general que se manifiesta en todo el reino e incluso en el resto de países mediterráneos. Cabe señalar que, ciertamente, supone una tasa de crecimiento relativamente alta, de en torno a un 1% anual, pero que no se hace tan inusual cuando se tiene en cuenta el importante flujo migratorio que recibió el reino de Valencia al completo, el cual, entre 1565 y 1609, también experimentó un crecimiento de alrededor del 1%.
La dinámica poblacional sigue siendo ascendente durante el siglo XVII, pero acusa cierto estancamiento. De los 1.165 que se contabilizan en 1609 apenas aumenta hasta 1.225 en 1674, y lo mismo ocurre en el resto de municipios de La Plana. En efecto, el importante acontecimiento demográfico que supuso la pérdida de la población morisca (1609) tuvo sus repercusiones en esta área, pero fueron de modo indirecto –por salidas de repobladores y, sobre todo, por cuanto afectó a las propiedades agrarias que esta población cultivaba en los términos de Castellón. Ahora bien, por lo que respecta a la población, los efectos solo son pertinaces en los núcleos moriscos, cuya repoblación fue lenta y las cifras se mantienen bajas, por debajo de las registradas en 1609, posiblemente durante todo el siglo.[1]
El siglo XVIII refleja sin lugar a dudas la expansión que caracteriza a esta centuria. El volumen de contribuyentes se multiplica y las áreas cultivadas alcanzan extensiones que pueden considerarse como una total conquista del terreno roturable. Así, para 1735 se alcanza un recuente de 1.262 fuegos, lo que da para 1787, con el Censo de Floridablanca, un total de 12.003 habitantes. El número de fuegos pasaría a sumar, aproximadamente, un total de 3.400 para el año de 1795, que equivaldrían a alrededor de unos 13.300 habitantes.[2]
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