En este apartado vamos a estudiar la evolución de la aljama de Castellón, desde sus primeros momentos (ss. XIII) hasta la el Edicto General de Expulsión (1492). Las primeras noticias acerca de hebreos en el casco urbano son de finales del siglo XIII, aunque hay indicios que durante la época musulmana habitaban también, en la alquería de Fadrell. Pero, como se ha dicho, son indicios, y no hay pruebas verídicas sobre su fiabilidad.
Ya en el período señorial encontramos algunos, pero escasos, documentos sobre su existencia, estos son los más destacados:
- 1279, Pedro III aconseja la conversión por métodos persuasivos y no violentos.
- 1280, Pedro III reclama un subsidio a los judíos del Reino de Valencia, para hacer frente a los gastos de guerra.
- 1320, Jaime II ordena a sus oficiales en las principales ciudades y villas de Aragón, Catalunya y Valencia para que prevenga los posbiles disturbios que los pastorellos intentan cometer en las aljamas de judíos.
- 1333, Doña Leonor de Castilla confirma las disposiciones que sus predecesores habían establecido para controlar la usura de los judíos y sus contratos con los cristianos.
La ubicación de la aljama de Castellón es un misterio, pues no se sabe a ciencia cierta donde esta. Aunque hay indicios (según los estudios de Jose Ramon Magdalena Nom de Deu) que indican el lugar, en la parroquia de Sant Pere, entre las calles del Batle, Forn de Reus y de l’Empedrat. 
- Ubicación de la Aljama de Castellón
Para bien entrado el siglo XIV el barrio judío ya estaba constituido, con sinagoga, casas y tierras. La importancia de los mismos está en crecimiento, llegando al punto de tener dependencia con los cristianos del resto de la villa (los agricultores pidieron ayuda para paliar la situación económica en 1381, incluyendo a los judíos).
Sin embargo, estos momentos dulces serán el prólogo de lo que ocurriría unos años después. Breves momentos antes de los Progroms de 1391, las querellas, las disputas judiciales y las fricciones entre ambas religiones provocarían graves consecuencias. A pesar de que la situación en Castilla y Aragón fue distinta, en Castellón no hubo una gran revuelta ni persecución anti-judía, pues los jurats acordaron defender a los judíos, dándoles toda la protección para ser preservados. No obstante, las conversiones fueron numerosas e inevitables, y la aljama quedó disuelta.
La situación de los xristians novells (cristianos nuevos) era incómoda, pues eran observados por los cristianos. Estos pidieron ayuda al Consell para que les defendieran de los abusos. La respuesta fue que sólo serían defendido en caso de que se produjeran hechos en contra de los fueros y privilegios.
Los años venideros serán turbios: al morir el rey Don Martín el Humano, la corona recaerá sobre Don Fernando (1412 – 1416), quien promulgó en Valladolid un Ordenamietno sobre el ençerramiento de los judíos e de los moros. Esta orden, con la bula de Benedicto XIII Etsi doctoris Gentium marcan el deterioro generalizado entre los judíos de la Corona de Aragón. Para el caso de Castellón, el consell acuerda señalar un lugar para los judíos que habitan en la villa, apartándolos de los cristianos.
Su sucesor al trono, Alfonso V el Magnánimo (1416 – 1456), lleva a cabo una política de reorganización de la aljama de Castellón. Opuesto a su padre, se ocupó en corregir los defectos que provocó su antecesor. Para ello reactivará la vida de los muy dañados barrios judíos. Para ello los absuelve, además de autorizarles poder transitar los caminos y lugares peligrosos sin los distintivos judiegos (salvo dentro de las villas y ciudades). Ordena al Bayle de Valencia para que se asignara un lugar conveniente para que pudieran vivir, es decir, una nueva aljama.
Desgraciadamente, al morir Alfonso V, los reyes sucesores no tomarán medidas por los judíos, y la situación vuelve a deteriorarse. Los Reyes Católicos, el 31 de marzo de 1492, publican el Edicto General de Expulsión, por el cual, todo judío del reino era expulsado. La expulsión fue radica. y las familias que aún permanecían en la villa real, tuvieron que liquidar sus bienes y propiedades, desmantelándose definitivamente la judería de la capital de la Plana.
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