Retrocediendo un poco en el tiempo, durante las correrías de Alfonso II de Aragón por tierras valencianas, el territorio de Fadrell se hace tributario del rey aragonés (alrededor del año 1172). Pocos años después, el rey Alfonso juntamente con la reina doña Sancha hacen donación del castillo de Fadrell a la catedral de Tortosa.
Ya durante el reinado de Jaime I vuelve a confirmar la donación del castillo de Fadrell y añade además los de Mirabet y Zufera, en atención a las necesidades económicas de aquella diócesis (1225). En 1233 se rendían las plazas de Burriana y Fadrell, provocando la sustitución de las autoridades, además de la pérdida de la posesión por parte del obispo, pues el rey concedió el señorío de algunos de los lugares componentes del antiguo castillo musulmán. El obispo no quiso quedarse desposeído, y llevó a cabo una demanda, aplazada al arbitrio de tres obispos, quienes resuelven que se “absuelva y defina al rey el derecho que le comeptía en la propiedad del castillo de Castellón y en el lugar de Fadrell”. Queda por entendido que, tras la cesión real de 1233, pasa a ser señor de Castellón el infante don Nuño Sancho, nieto de Ramón Berenguer. No se han hallado noticias sobre su señorío, pero sí sabemos que ocupó el cargo (gracias a una confirmación dada en la que se citan los anteriores de la villa). Muere en 1242, dando paso a un período de dos años en los que pasa a ser villa real.
Coge el testigo otro nieto de Ramón Berenguer, el infante don Pedro de Portugal. Desterrado de Portugal, formará parte de la corte de Jaime I, y por consejo del rey, se casará con la condesa de Urgel, cediéndole dicho condado. El rey intercambiará el título por el reino de Mallorca. Con el tiempo, el monarca le convenía mudar al infante de lugar, y así, en 1244, se le otorga las villas de Morella, Almenara, Murviedro, Castellón, Burriana y Segorbe. Aprovechó la sublevación del infante don Alfonso (hijo de Jaime I) y puso a su disposición todos los castillos del reino de Valencia (incluido Castellón). El rey tomó cartas en el asunto y le confiscó todas las posesiones, finalizando el corto señorío.
Los siguientes años vendrán por las idas y venidas en el mando de la villa. En un principio el rey otorga el castillo, la villa y la iglesia al Hospital de San Vicente de Valencia, más tarde incluida en el monasterio de San Victorián. Pero no contento con la forma en que se estaban haciendo las cosas, pone a la Orden de la Merced la iglesia y hospital con todas sus pertenencias, Castellón incluido. Como era de esperar los pleitos por recuperar el dominio no tardaron en llegar, y la sentencia fue la devolución de todos los bienes al monasterio de San Victorián.
Es entonces cuando tenemos constancia de Jaime de Roca, como procurador del hospital e iglesia de San Vicente, procuración que continuará aún habiendo sido nombrado prior vitalicio de San Vicente Pedro de Rege, por lo que Jaime pasa a ser señor de Castellón en funciones. Algunos hechos característicos de este período serán:
- Donación en 1272 a los habitantes del arrabal de Castellon de tocas las casas que poseyeran y adquirirlas francas y libres de cargas.
- Concesión de la priemra feria de la villa.
Por último, y para finalizar los señoríos del siglo XIII, Jaime I, en sus últimos años de vida, donó el castillo de Piera al monasterio de Poblet. Donación incompleta (por la muerte del monarca), ésta se realizó con Alfonso III, aunque con el derecho de cambiarla por otro castillo en un plazo determinado. Así se hizo cuando en 1287 cambió el castillo de Piera por la casa de San Vicente y sus dominios. De esta manera, Castellón pasaba a ser propiedad del Monasterio de Poblet, en la persona de Fray Bernardo, quien días después tomó pacíficamente la villa. Sin embargo, ahogado por las deudas y acosado por acreedores, se resolvió vender a Jaime II el castillo de Castellón. Pero la situación no estaba para realizar tal gasto, por lo que la villa se adelanta y pide al rey la compra de ella, pasando a ser villa real, no señorial.
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